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LOS MENSAJES EN EL LIBRO (V PARTE)

- ¡A mí! – dije entonces, en voz alta, y perturbando el estado de hibernación con la que los brazos del bibliotecario sostenían su mentón, sentado detrás de su escritorio, como si fuese un muñeco de cera. Levantó la vista, como tardando de descifrar el origen del sonido. Al poco tiempo, mediante un duro razonamiento, supo que no podía ser de otro que de mí, ya que estaba solo.
-... O tal vez estaba comprobando si yo era el único en todo el recinto, es decir, si estaba solo... – pensé al observarlo. Decidí que debía continuar leyendo hasta encontrar más mensajes, pero fue inútil, el resto de la tarde, mientras la biblioteca comenzaba a recibir gente, yo continuaba leyendo sin otro destino que el aburrimiento. No volví a encontrar “mensajes”.
Antes de irme pase por el bar del edificio, donde varios grupos de estudiantes se amontonaban en pequeñas mesas y hablaban por todo lo que dentro de la biblioteca no podían hablar. Me senté en la barra y pedí un café, escuchando de fondo las charlas. Oí entonces que en una de las mesas se comentaba la desaparición de un alumno, presté atención:
- Escribía entre líneas mensajes en cada examen, aunque dicen que es mentira que alardeaba de ello, es más, dicen que las veces que lo confeso fue como si fuera un problema, como si él no lo hiciese a propósito –comentó un estudiante de aspecto deportista.
- ¿Es decir que según él los mensajes aparecían solos, de la nada? –cuestionó algo escéptica una rubia que estaba tan maquillada como si estuviese en una disco.
- Eso es lo que me han dicho.
- Seguramente estará vagando por algún barrio –opina de las chicas.
- Dicen que la policía ha comenzado a buscarlo por los lugares que frecuentaba, creen que lo han secuestrado.
- ¿Quién haría algo así?.

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