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Kosh

LAGRIMAS DE LLUVIA

El día estaba nublado y él tomaba un café cuando la vio pasar por la acera de enfrente. Ella estaba triste, a punto de largarse a llorar. La siguió con la vista y vio como al caer su primera lágrima del cielo cayó sobre la calle la primera gota, perdiéndose en el asfalto. Y al romper en llanto la mujer, se desencadenó la lluvia. Desde ese día comenzó a seguir a esa mujer, a cualquier parte donde fuese, a escondidas.
Pasaron dos semanas hasta que una tarde volvió a sentirse mal y a llorar. Y desde el cielo, en el mismo momento comenzó a llover. Sorprendido por el descubrimiento comenzó a deducir que debían existir muchas personas como ella, en otras ciudades que decidiesen de acuerdo a sus tristezas, en que momento llovería. Pero en lugar de guardar el secreto, se lo comentó a un amigo esa tarde en el bar, tomando una cerveza. Su amigo lo conocía demasiado y nunca lo había oído mentir, por lo que a pesar del increíble relato, decidió creerle o al menos darle una oportunidad. Así fue como él también comprobó, siguiendo a la mujer, el fenómeno de la lluvia. – ¿te das cuenta?, con ella podríamos definir cuando queremos que llueva y cuando no – le comentó. Pero él le respondió que nunca lo había pensado de esa forma. – Los descubrimientos que el hombre va haciendo en la naturaleza, siempre los utiliza para mejorar su calidad de vida – le recordó. Al día siguiente la mujer desapareció, y pasaron varios días sin que supiera nada de ella. Entretanto los campos que necesitaban lluvia, de pronto la recibieron y las cosechas mejoraron. – La chica ha desaparecido – fue lo primero que le dijo cuando su amigo atendió el teléfono. – La tengo yo – respondió su amigo, - está ayudando al mundo – agrego. - Es cuestión de manejarle sus sentimientos, cuando se necesita lluvia hay que hacerla sentir tristeza y cuando se necesita sequía hay que hacerla sentir alegre – le explicó.
Esa tarde fue a la casa de su amigo. – Déjala en paz – le ordenó, - ella debe manejar sus sentimientos.
La mujer estaba sentada en un rincón, oyendo como se debatían su vida. - ¿Tienes idea de lo que vale esta mujer? – le reprochó su amigo.
- No importa cuanto signifique, tiene derecho a ser libre – se propagó un breve silencio en el ambiente. – De acuerdo, pero no sabes lo que estás haciendo – se resignó su amigo. Luego abrió la puerta y le indicó a la mujer que podía irse. La mujer se levantó tímidamente, como un animal que ve la puerta de su jaula abierta, y salió a la calle, perdiéndose entre la multitud.

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