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PREVENIR ACCIDENTES

Venía caminando el hombre y pasó por la vereda justo en el momento en que el poste de iluminación se desprendió y caía de costado sobre la pareja de ancianos sentados en el banco de plaza. El caminante se detuvo en el sitio exacto y, como una rutina más de su vida, estiró sus brazos para atajar entre sus brazos al poste y luego llevarlo como a una novia, hasta un lugar seguro.

Ese era su trabajo, precedir los accidentes y estar en el momento justo para prevenirlos. Y al principio era considerado un héroe, pero las personas pronto se acostumbran a lo nuevo y al cabo de unos meses su tarea ya era una rutina, algo que, como empleado público debía de cumplir. Los ancianos ni siquiera se giraron para agradecerle, ¿acaso a un cartero se le agradece por repartir las cartas?. El hombre sin saludar se fue al siguiente punto pensando que con suerte y si no había tráfico llegaría veinte minutos antes, y tendría tiempo de pasar por un bar a tomar una café.

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