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LA INDEPENDENCIA DE IO

Había una vez, en un sistema planetario llamado Solar, en un universo en expansión, un satélite llamado Io. El sol, una estrella simple de tamaño mediano, era hogar de tres medios docena de planetas, entre ellos uno llamado Júpiter. Júpiter era madre de siete hijas que había engendrado de su propio cuerpo y que giraban en grandes órbitas elípticas a su alrededor. Una de ellas era la pequeña Io. Su superficie era roja por el azufre de los volcanes y su tamaño semejante al de nuestro satélite. Las siete lunas habían vivido felices por millones de años. Un día, Io se cansó de estar dando vueltas en torno de su madre y buscó la forma de salir de su órbita y girar alrededor de una estrella como lo hacen los planetas. Júpiter se enojó, pues al irse crearía un desequilibrio gravitacional que podía causarles la muerte a todas sus hermanas, además, le advirtió que no podría regresar nunca y que el universo era un lugar muy peligroso para un pequeño satélite como ella. Io no prestó atención ni le importaron las advertencias, solo quería independizarse y ser un planeta.
Cuando estuvo en el extremo superior del elipse de rotación desplazó toda su masa sobre uno de sus hemisferios (el de los grandes volcanes), y su baricentro experimentó un corrimiento que lo expulsó se su órbita.
Con el impulso recibido por su ex-órbita, partió hacia otras estrellas buscando un mejor lugar para establecerse y vivir. Estuvo en Alfa-centauro, pero le pareció muy grande. Buscaba algo mas rústico y menos caluroso. Recorrió el Cinturón de Orión, la cruz del sur y otras constelaciones pero tampoco pudo hallar en ellas un hogar confortable y cada vez sentía mas la soledad. Poco a poco se fue dando cuenta de que el mejor lugar y el único en el que podía orbitar y ser feliz era en el que el universo lo había situado: Júpiter. Entonces, utilizando el impulso de una nube de meteoritos retornó a su antiguo sistema natal. Cuando llegó se dio cuenta de que, luego de un gran esfuerzo por sobrevivir, sus hermanas habían logrado desplazarse para cubrir el vacío gravitacional y se encontraban en un nuevo equilibrio. Ahora no quedaba lugar para la pequeña luna que debió alejarse nuevamente.
Trise, angustiada, y habiendo perdido toda razón de existencia, se acercó a un agujero negro (son estrellas con tanta masa que su elevada fuerza de gravedad provoca que la luz que irradian vuelve a caer, de esta forma no emiten luz. Se descubrieron gracias a los rayos x y debido a que atraen a todo objeto que esta al alcance se su fuerza de gravedad). La luna fue atraída y colisionó contra el agujero. No se saben las leyes físicas que rigen el comportamiento de dichas estrellas, poro se postuló que los objetos que son atraídos por esta, son desmaterializados y sus partículas se distribuyen por el principio de incertidumbre de Heisenberg en todo el universo.
Ningún cálculo físico pudo determinar porque Io se salió de órbita. Los científicos y astrónomos, en la tierra, no pudieron dar una respuesta al misterio y aún la buscan, pero algunos, bromeando, dicen que fue una cuestión de personalidad.

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