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Kosh

LA DONCELLA DEL ARTE I y II

LA DONCELLA DEL ARTE I
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Ayer soñé con un desierto rojo,
un soñador sabe que su alma es la realidad.
Había una puerta cerrada cubierta de ilusiones,
tenía la llave, pero no la sabía abrir.
En la lejanía veía una rosa,
y la sangre bajaba llorando del horizonte.
Algunas nubes bajas no dejaban ver las verdades.
El viento golpeaba mi piel, hiriéndome.
El fuego quebraba los vestigios de un recuerdo.
Mis manos eran escombros sombreando el tiempo
la noche irrumpía en mi sangre asfixiando mi cuerpo.
Era un mar de abismos en una planicie solitaria,
entre las nubes tormentosas solo había lagrimas.
No hay tiempo ni condiciones en los sueños
que contraigan el abrumador y oscuro vértigo,
y nada es mentira, porque son solo míos.
Vos eras esa rosa en el centro del desierto
y evitabas que el polvo y el calor sequen mi garganta.
Me abrigabas desplegando tus alas,
me dabas luz y me llevabas a tus tierras.
Supiste abrir la puerta sin tener la llave.
Me alejabas de las tinieblas del pasado.
Creías en mí, o jugabas con el diablo.
Mis pasos comenzaron a encontrar caminos,
me veía reflejado en tus ojos, en como brillaban.
Huía de las sombras entre nuevas formas.
Destruía las cadenas que me unían al veneno.
Y aunque hoy este quizá algo deprimido
soñando en un mundo paralelo e irreal
y no saben lo que hago pero soy extraño,
tal vez crea que ya conocí todo lo que debía saber.
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LA DONCELLA DEL ARTE II
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Amor, cuando me doy vuelta te veo,
le buscas sentido a lo que hago
y te hablo aunque no me escuches.
Es que cuando este mundo se pone frío
te necesito para soñar, el resto no me interesa.
Porque debe brillar el sol después de la tormenta,
debe existir una sonrisa después del llanto,
debe haber una luz al final del camino.
Las cosas siempre serán lo mismo.
Y veo el mundo solo como es,
algunos lo pintan de colores vivos
y dicen cosas lindas para verlas mejor,
otros pueden ser malos como las penas
solo si es que hacen lo que dicen,
pero nadie escribe sus promesas.
No me gusta mi camino y es de noche
pero si cambio de rumbo no podré seguir,
es como dar vuelta el oro hasta que brille
pero no esperes que te dé mas.
Tengo miedo de que sigas mis pasos,
a veces quedarse en estas tierras siniestras
es mejor que salir a volar por ahí.
Necesito que sepas que las lluvias
pueden ocultar las noches estrelladas
o pueden mojar todas mis palabras
pero nada oculta los recuerdos
porque el tiempo puede destruir lo débil
pero no puede ya destruir lo que esculpiste
con fuego sobre la superficie de mi corazón.
Y en mis últimos momentos en el mundo
cuando agonizando mire hacia atrás en el camino,
en el silencio que une la vida con la muerte
voy a ver tu imagen como a un espejo
y con ella me voy a ir, y será lo real,
porque fue lo que único que hizo valer para mí
toda esta extraña ilusión que llamamos vida.

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