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LA SALIDA DE EMERGENCIA

Sonó la alarma en una de las tantas torres de Madrid, y todos en la oficina se levantaron de sus lugares, tomaron sus cosas y siguieron las flechas que indicaban las salidas de emergencia. – Otro simulacro – pensaron los oficinistas. Algunos hasta guardaron sus archivos y apagaron los ordenadores.
Muy prolijamente siguieron las flechas verdes, bajaron la escalera ancha de cemento y recorrieron otro pasillo que terminaba en esas puertas anchas que solo pueden abrirse de un solo lado. Allí los esperaba una flecha que indicaba un camino a la izquierda, y por allí siguieron. Bajaron otra pequeña escalera y circundaron una pared de cemento alta. Humo no se percibía, por lo que todos estaban convencidos que era un simulacro, pero la sirena aún sonaba de fondo. Siguieron bajando y pasando pasillos un rato mas, hasta que se dieron cuenta que estaban perdidos. Lo notaron en un pasillo largo y de techo bajo, por donde pasaban unos caños amarillos y otros rojos. Parecía igual a otro en el que habían estado antes, pero es que todos parecían iguales. Siguieron caminando, algo molestos por tener que hacer estos inútiles simulacros hasta que en una esquina encontraron a un hombre. Vestía traje, como ellos, pero estaba sucio y gastado. Su expresión era como la de un náufrago
- ¿qué hace hombre? – dijo uno mirándolo, - ¿de que piso es, y donde ha estado? – preguntó otro temiendo al verlo, que no fuese un simulacro.
- Hace dos semanas era un trabajador en una torre de oficinas en Los Ángeles, pero hubo un simulacro y pasamos la puerta de la salida de emergencia y nos perdimos. Éramos quince pero los otros fueron quedando en el camino. Ahora solo quedo yo, y ustedes, que también entraron en el laberinto de la salida de emergencia -.

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