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CONCILIO DE NICEA

Se ha escrito un poco mas de la cuenta sobre este episodio.
No solo el hecho de que fue un acto noble de unión de la iglesia, que recién comenzaba sus tiempo y sentaba un principio de unión inquebrantable que, con aciertos y errores, duraría hasta hoy, sino que además solo la misma entidad eclesiástica tiene los únicos documentos sobre este evento, que aconteció en el año 325.
El único tema tratado en ese entonces fue la herejía de Arrio (fundador del Arrianismo, una corriente que hoy en día resurge y de cuyos modernos seguidores actuales gran parte creen que la están inventando, cuando esta creencia tiene más de mil setecientos años). No hay mucha información sobre cuantos obispos se encontraban, las firmas de la lista se cuentan en 218 o 219 pero fueron mal copiadas muchas de ellas, además se tiene informes de la presencia de padres que no se encuentran en la lista, lo que sube el número a por lo menos 237. La cifra que se toma como mas acertada es la de 318, ya que llega a nosotros por una carta de San Atanasio, que participó en el concilio y que nadie encuentra razones por las cuáles dudar de este número.
Lo más importante de esta reunión, que duró varios días y donde se discutieron como pocas veces temas teológicos de raíz, fue el credo, expresando finalmente en la oración que hoy se dice en misa:
Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el unigénito del Padre, esto es, de la sustancia [ek tes ousias] del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre [homoousion to patri], por quien todo fue hecho, en el cielo y en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó y se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, subió a los cielos y volverá para juzgar a vivos y a muertos. Y en el Espíritu Santo. Aquellos que dicen: hubo un tiempo en el que Él no existía, y Él no existía antes de ser engendrado; y que Él fue creado de la nada (ex ouk onton); o quienes mantienen que Él es de otra naturaleza o de otra sustancia [que el Padre], o que el Hijo de Dios es creado, o mudable, o sujeto a cambios, [a ellos] la Iglesia Católica los anatematiza.
Todos los obispos, salvo cinco, se suscribieron y apoyaron esta fórmula de oración donde se declara el corazón del cristianismo en pocas y sencillas palabras. De los cinco solo dos mantuvieron su postura contraria Segundo de Tolomeo y Teón de Marmárica.
Los documentos de este concilio estuvieron siempre en manos de la iglesia y no hay razones lógicas para creer que no fue como lo dicen estos papeles, sin embargo siempre hay personas que, con mucha imaginación, atribuyen secretos y misterios donde no los hay para perturbar y corromper un evento histórico tan preciso y práctico como fue este concilio, conocido por el Símbolo de Nicea-Constantinopla.

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