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LOS MASONES

La masonería se originó en 1717 con el impulso del pastor protestante inglés James Anderson. Éste se inspiró en una leyenda urbana que hablaba de los rosacruces (que fue concebida y publicada en algunos libros entre 1615 y 1625). Los rosacruces fueron una confraternidad fundada por Christian Rosenkreutz, que relataba un confuso "núcleo secreto" donde confluían todas las religiones. A partir de aquella leyenda se buscaron insistentemente por Inglaterra datos para relacionarla con hechos históricos. Por fin encontraron una corporación denominada en inglés "free masons" que, por sus características, se podía adaptar a las leyendas y mitificarse los suficiente como para ser el centro de la logia. Para comprender la actitud inglesa hay que tener en cuenta que por aquellos años nacía una nueva burguesía cuyos protagonistas gustaban de formar “clubes” de caballeros que se reunían buscando practicar actividades entretenidas (a veces misteriosas) para pasar el tiempo libre.

¿Quiénes eran los verdaderos Masones?
Los masones eran, como dice la etimología de su propio nombre (del francés maçon: "labradores de muros"), libre-albañiles, es decir, simples trabajadores independientes del ramo de la construcción.
El término compuesto, más allá de imaginaciones, se nombra por primera vez en 1375 y se refiere a un "obrero de la construcción" que, específicamente, disfrutaba del privilegio de ser miembro del sindicato.
Contaban con ciertas normas y códigos, básicamente para no competir por los mismos trabajos, obtener derechos en conjunto, etc. Como todo gremio, para protegerse del crecimiento de la oferta desmedida, proponían trabas para los nuevos ingresos (como hoy en día se hace con los inmigrantes). Estas "normas sindicales" las interpretaron como "ritos de iniciación" para rodear a los masones de un atractivo mítico.
Por otra parte, y teniendo a favor el hecho de que toda construcción humana requiere de "albañiles", se puede considerar que los masones (que existieron como tales solo en la Edad Media) pueden haber sido también (con diversos nombres) los que construyeron otras legendarias obras, como el Arca de Noe, o el Templo de Salomón. En algunos escritos históricos se menciona a los trabajadores que realizaron las obras, y de ahí a concluir que éstos, por ser "constructores", debían ser los masones...
Estos fantásticos vínculos aparecieron por primera vez en unos manuscritos del 1390, donde el autor relata dos historias, una antigua "breve" y otra nueva "larga". La antigua “breve” mitifica una supuesta escuela de arte fundada por Euclides en un viaje por Egipto, en donde se enseñaba arte de construcción entre otras cosas. La nueva “larga” es una historia anterior al diluvio, en la cuál Caín contrataba a un constructor, que sabía hacer laminas de oro de manera secreta, y que luego le reveló los secretos al conocido Abraham. Abraham tendría como discípulo a Euclides que, a continuación, enseño las técnicas a los egipcios. Luego el arte sería transmitido nuevamente a los judíos que lo usarían para construir el templo de Salomón. Tras la destrucción del templo, el secreto quedo oculto muchos años hasta que los Templarios lo recuperaron en las cruzadas y se lo entregaron "secretamente" a cuatro constructores santos de Inglaterra que, con ayuda del rey, los codificaron.
Todo esto se escribió con mucha creatividad en esos manuscritos del 1390 sin investigación histórica ni justificantes para darle, al menos, veracidad.
Por último, otra relación con los templarios se basaba además en que, siendo la orden más importante de las cruzadas, habrían utilizado a los masones para construir sus castillos en Francia (para hacerlo necesitaban necesariamente trabajadores de la construcción) y ésa es la relación completa y más probable entre masones y templarios.
Como muchos gremios, incluso hoy día, los masones tenían un patrón, que era Juan El Bautista. Desde éste punto también partieron vagas teorías para llegar a relacionarlos de forma directa con los evangelios.
Pero la recopilación que logró crear la secta fue el fruto de James Anderson, en su libro "Nuevas Constituciones" publicado en 1724, donde se relata la historia legendaria de los masones y su arte, además de un reglamento para la nueva logia y hasta unos cantos. Crea también una estructura en tres grados (aprendiz, peón y maestro) y define que el tercer grado (o altos grados) es compartido por templarios.

¿Pero por qué unir a los templarios con los masones?.
En el fondo los masones seguían siendo un gremio de la construcción poco atractivo para promocionar una logia, por tanto, para difundirla con éxito entre la burguesía, se introduce la convicción de que la masonería ingresó a la nobleza en tiempos de las cruzadas, haciendo del movimiento un mito caballeresco cuyo destino podía llegar a ser la continuidad de los Templarios (desde luego, poniendo bastante imaginación). El encargado de difundir éstas ideas fue un escocés llamado André de Ramsay.

Los templarios
Fueron una orden iniciada en 1118 para proteger los lugares recuperados en la primera cruzada, es decir, para mantener las posiciones. Se comprometían a proteger los caminos de ladrones y a mantener alejada a la amenaza turca.
Cuando cayó el último bastión cristiano en 1291, los Templarios, en teoría, habrían fracasado en su única misión. Sin embargo, como victoria, tenían una inmensa fortuna, el primer sistema bancario, un inmenso poder y una degeneración religiosa. En 1307 la detención y proceso de sus miembros por diversas acusaciones marcó el fin histórico de la orden. Para ese entonces los Templarios trabajaban ofreciendo protección a clientes ricos, prestaban dinero con intereses y hasta comerciaban con los musulmanes (es decir, contra los infieles por cuya lucha se había fundado la orden).

Los principios de la logia
Los "deberes", en especial el primero y el segundo que rechazan el ateísmo y que además promueve el poder estatal, fueron causa de divisiones internas. El tercer "deber" alude a un confuso "secretismo", aunque en realidad lo que intenta es un deísmo relativista.
Los grupos se fueron dividiendo en el primer y segundo cisma al intentar conciliar, y se acusaron mutuamente las logias de Londres "modernos" con la logia de York "antiguos", que además introdujeron el grado del "arco real" donde se pretende, a partir de fuentes que de la nada aparecieron, recrear una divinidad egipcia de un dios no identificado.
Los ritos de los masones son innumerables, pero se podrían dividir en grados, que a su vez dependen de las diversas logias. En los ritos cada cuál tiene jerarquías y grados, como el "rito de York" que reúne grados del "arco real" (cuarto), "marco" (quinto a séptimo), "crípticos" (octavo y noveno) y "templarios" (siguientes grados diversos). También hay un rito francés simple, o uno escocés de treinta y tres grados. Los grados de caballeros templarios son de origen anglosajón. Básicamente cada rito fue incorporando nuevos y complejos esquemas, quedando ya poco de los tres principales escalafones definidos por su creador.
La obediencia serían las normas actuales de la "gran logia madre", es decir de la inglesa, reconocida por la mayoría de las logias del mundo de la masonería y promulgada en el texto "Basic Principies for Grand Lodge", deducido de la "Constitución" de James Anderson". Pero esta también se divide en nuevas estructuras ya que incluye algunas normas que otros grupos masones no aceptan como el hecho de que se debe creer en Dios, se debe utilizar un libro con las leyes sagradas (que suele ser la Biblia), la exclusión de discusiones políticas (norma de origen) y la prohibición de mujeres, hecho que llevó a la feminista francesa Deraismes a crear la "logia irregular". Otras logias no aceptan la creencia de un Dios y permiten la entrada de ateos. Pero existen nuevas corrientes "masónicas" como "el santuario", que es una organización con simbología islámica famosa por su ayuda benéfica en hospitales americanos. En contraposición, existen ordenes que, aunque no son masónicas, utilizan algunas de sus bases para promoverse, como los ocultistas, los teosóficos o diversos movimientos esotéricos.

Problemas y peligros de los masones
El "secretismo masónico" sirve para atraer a nuevos aspirantes, que buscan "verdades" detrás de una cortina que se plantea como "mítica" y hasta "mágica", pero que resulta humana y hasta, en muchos casos, con fines comerciales. Por otra parte este secretismo mantiene al discípulo condicionado a la ignorancia de las estrategias y planes de los líderes (muchas veces son llevados a practicar un rito sin saber en que consistirá).
El secretismo hace que el aspirante tampoco sepa bien si está ingresando en una verdadera logia masónica o en variantes pseudos-masónicas, algunas de las cuáles terminan actuando de manera ilegal.
El segundo problema (sobretodo en la masonería latinoamericana) es la hostilidad hacia la sociedad y hacia la iglesia católica, promoviendo toda clase de leyes que se enfrenten a ésta (como el aborto, la pena de muerte, etc.) por el solo hecho de contradecirla.
La masonería original de Anderson no contiene en sí "doctrina", se excluye la discusión política o religiosa. Se habla en cambio de una "ley moral" y se presenta un "método" que intenta suplantar el resto (así lo presenta, por ejemplo, Alain Gerard, un gran maestro masón). Se propone la discusión libre de problemas, tratando de llegar a soluciones justas para los presentes. Pero no se puede poner en duda la existencia de Dios, aunque no se aclara "que" Dios. Se dice entonces que no existe un único camino para llegar a la "salvación". Ésta es la cuestión que difiere con el cristianismo, que promueve una única visión de la "salvación" por un único camino indiscutible.

Conclusiones
Hasta ahora se explicó el origen histórico, pero para comprender a los masones es necesario también comprender su origen "sociológico". El mero impulso de James Anderson habría podido terminar en fracaso si no se hubiese acompañado por un desarrollo posterior, fruto de la Reforma protestante y alentada por el "iluminismo" y sus formas (“deísmo”, “ agnosticismo”).
Es contradictorio el hecho de que el fenómeno de "pluralismo" se contradice con el masonerismo, ya que ésta puede considerarse una secta cerrada y agrupada en diversos jefes carismáticos que van desmembrándola en infinitas ramas y variantes, cada una con sus "ritos" y costumbres designadas (es decir lo contrario a la corriente).
La clave de comprensión del fenómeno es el "relativismo". A diferencia del escepticismo, que piensa que no existe verdad, y el practisismo, que piensa que hallarla no es importante, el "relativista" busca alguna verdad a la cuál adherirse, pero creyendo que ésta depende de la razón humana.
Por tanto, los masones son una prueba más del principio del sello divino, es decir, de la necesidad innata del hombre de buscar su origen y de concebir la existencia de la divinidad (hecho que no tiene que ver con la evolución ni con hechos sociales). Cuando una sociedad pierde su verdad, como sucedió en la época del pluralismo religioso, una de las vías de escape es el sectarismo, que busca encontrar alguna razón que se compatibilice con "verdades comunes". Incluso muchas veces las sectas (como en el caso de los masones) para hacerse fuertes, por más que hayan sido fundadas en tiempos modernos, buscan elementos anteriores a las religiones principales, de tal manera que pretendan ser el origen de éstas."

LAS LECCIONES DE ECKHART

¿Cuando uno pisa una rama sin querer la culpa es del que la pisó o de la rama que se puso ahí?. Es una pregunta que tiene el mismo sentido que las que se plantea quién quiere hablar del alma humana y de Dios. Las fronteras de la teología cristiana lindan contra cientos de movimientos, otras religiones y sectas, ciencias, sociedad y realidades diarias, y en muchos casos el camino correcto lo domina la razón teológica o, “el camino menos oscuro en la oscuridad” (ya que cuando se supera la barrera científica las probabilidades y estadísticas son las que nos encaminan por la verdad absoluta en la oscuridad).
Por tanto lo mismo da decir “si yo no existiera Dios no sería” para explicar que si uno es parte de Dios y un UNO es inseparable, entonces existe todo o nada, que decir que no tenemos cabida fuera de un Dios que no entendemos porque, nos da la libertad de ser libres, perdiendo incluso la posibilidad de comprenderlo debido a la propia libertad.
Luego es bueno el ejemplo de la ola y el mar, pero confuso: es cierto que si el mar no existe no existe la ola, pero si la ola no existe, ¿por qué no puede existir mar?. ¿No se puede separar de la ola?. Así podemos transitar el mismo repetitivo camino de muchas de estas corrientes, que no solo son corteza sino que se repiten siempre del mismo árbol. Dinant ya lo habló cuando identificó a Dios con el substrato material de todas las cosas, por las cuáles todo (incluso nosotros) somos la materia prima de Dios, luego Benito Espinoza, no repitió pero miró lo mismo desde otro ángulo, con su Phycis infinita, y también las negaciones de las negaciones de Hegel, y otros tantos que me llevarían mucho nombrar y explicar sus “miradas de los mismo”.
La frontera que estamos lindando en este caso es una de las más extensas, el panteísmo, (razón por la cuál Juan XXII condenara sus doctrinas, cosa comprensible). Si el alma es idéntica a Dios es parte de éste, sin posibilidad de ser por sí misma.
Todo movimiento místico resulta un delicioso manjar para quienes buscan alternativas originales y “modernas”. Por tanto era de esperar, utilizando tan bella palabra como es lo “místico”, que desencadenara una serie de movimientos mal concebidos pero para gente que ama las nuevas tierras pero que no cava en ella para ver sobre que están asentadas, y si son un pantano, al menos son “modernas”. Enomiya Lassalle y su discípulo Willigis Jäger parecen sumarse a la moda buscando, entre los agujeros más tapiados del Concilio Vaticano II, fabricar una ventana que abra el camino hacia el ZEN y otras auspiciosas estructuras que dejan claro que todo estos movimientos son bonitos y sanos, criticando a las verdades que se fundaron hace de dos mil años y que se estudiaron por millones en cada uno de esos años, justamente por ser antiguas (y machacando lo que es fácil y sencillo de utilizar: Galileo y la tierra redonda, los descubrimientos científicos, Darwin y demás humanidades que no hacen a la esencia ni explican nada ni responden ninguna pregunta teológica). Luego hablan de usar la “energía cósmica”, de “experiencia religiosa”, de “psiquis” y demás conceptos sin entrañas pero con lindos mensajes pintados en las cáscaras (y creo que, en este aspecto, el problema más profundo es la separación del bien y el mal, pero eso es remitirse a otros temas).
El camino no es convencer a nadie, los que viven bajo el techo sostenido por columnas de aquellos preceptos tan sencillos como débiles tendrán la suerte de sobrevivir sin que se les venga nada encima, luego habrá quiénes indagaran si realmente las columnas soportan el peso y, por último quienes sufran algún movimiento sísmico que les derrumbe toda la estructura, y deberán volver a construir, quién sabe, aprendiendo la lección.

EL SUFRIMIENTO FISICO

El dolor físico es algo que se debe aceptar y que se debe soportar, la justificación podría ser tan sencilla como que sino Dios mismo no permitiría su existencia. El problema es que para comprender verdaderamente estas palabras hay que haber recorrido previamente un largo camino de conocimiento, reflexión y meditación previa que mucha gente no tiene la intención, la voluntad o la inteligencia suficiente como para realizar. Por tanto, si leen la frase por sí sola es de entender que se manifiesten escépticos, hablen de que “Dios” o que “la religión” en general no tiene que ver con esto y desconecten toda validez para trasladarlo a un plano simplista donde solo se ponen en la balanza ecuaciones lógicas y básicas del estilo: sufrimiento = "malo", muerte = "mala pero detiene sufrimiento --> muerte = "buena". Ese tipo de razonamiento infantil es el que se adapta con mayor eficacia a las conductas de masa, desarrollando con superficialidad una respuesta acorde con el poder de análisis de esa masa. Lamentablemente es un problema de difícil solución porque este comportamiento de las masas siempre fue y será así ya que es acorde a las leyes de comportamiento de estas mismas.
Como sea, el camino que se debería recorrer con el pensamiento dejaría en su andar una serie de premisas que luego se van utilizando en los pensamientos contiguos y así se van construyendo cimientos sólidos sobre los cuáles se puede llegar a proceder con un análisis correcto. En cambio, del otro lado están quienes desde el aire y sin ninguna base edificada ejercitan razonamientos aislados y llegan a conclusiones que piensan firmes y se convencen de que han logrado algo cuando en realidad tan solo han jugado, en un rato, sin profundidad, y con esa herramienta definida como "reflexión", para fabricar castillos de arena.
Sufrir es necesario como lo es la alegría, la felicidad, la tristeza y el obrar libremente para el bien o para el mal. Si la mirada se colocara sobre el verdadero objetivo de la vida y no sobre parámetros terrenales y fugases se podría ver con claridad la esencia del dolor físico y lejana relación con el dolor interior. Éste último no tendría razón de existir sin la concreta existencia de Dios, pues si se lo atribuye, por ejemplo, al instinto, y se da un paso más, se revela que el fin, efectivamente, podría ser un instinto, y ese instinto puede tener a su vez otro fin, pero allí se cortaría la cadena lógica pues el fin del fin de ese instinto queda desprovisto de otro fin. (*)
El sufrimiento forma parte de la vida misma, al igual que hay que tratar de vivir y sobrevivir. El instinto de supervivencia sí tiene un fin, pero no es el que a simple vista se menciona, pues, como antes dije, el fin de este mismo instinto a su vez debe tener otro fin.
Puede que, los que no lleguen ni siquiera al nivel de Dios, estén muy atrás, pero aún los que logran comprender su existencia, si piensan luego que el objetivo de la vida es la unión final con él siguen a mitad del camino. De ser cierto esto (que el objetivo de la vida es Dios), sería lógico y comprensible desear morir a toda costa para unirnos lo más pronto posible con él. Por ejemplo, los niños que son abortados por sus padres deberían estar más que agradecidas pues los han enviado directo al paraíso sin ninguna tentación incluso de pecado, y sin tener que “sufrir” la vida, ¡Que más podría pedir un creyente!. Pero no es tan fácil, la vida tiene el objetivo de ser vivida, cada alma pensada por Dios tiene una función que cumplir, que incluye su propia vida misma y que debe, necesariamente, formar parte del mismo proyecto. “Dios nos saca a la cancha para que juguemos el mejor de nuestros partidos, para que demostremos cuanto valemos, que tan nobles”, oí una vez que decía un gran hombre. Y cuando estamos en el juego, el problema será como nos arreglamos para manejar esta libertad y este conflictivo libre albedrío con el que fuimos galardonados. Y para ello, para cumplir nuestro objetivo en esta vida, es que debemos y queremos vivir, por ello intentamos salir adelante y de ahí parte el verdadero instinto de supervivencia, y no por el simple hecho de sobrevivir sin más.
Y si damos la vida por los demás no necesariamente es para librarnos del compromiso sino para darle la oportunidad al que mereció nuestro sacrificio para que éste cumpla su objetivo, y entonces el objetivo de la vida del sacrificado cobrará sentido por haber tenido un noble fin. Y dar vida, es decir tener un hijo es también abrir y cumplir con un objetivo, y ser un mensajero y tratar de comprender los misterios es también un objetivo.
Hay muchos objetivos y muchos fines, y a todos estos podemos optar, o también podemos optar por no realizarlos y dedicarnos a vivir para nuestros objetivos temporales terrestres, vivir para nuestro beneficio propio a corto plazo. La supervivencia como único objetivo es de por sí una forma de evadirse, pues solo es ganar tiempo, un concepto ridículo para Dios y para nosotros mismos también, ya que, al menos. comprendemos que la vida es una ráfaga fugaz o algo largo, de acuerdo tan solo a las escalas con las que la midamos (para un milenio una vida es corta y para un año una vida es larga).
Desde el mismo momento en que nacemos comenzamos a sufrir, como también comenzamos a vivir para nuestro objetivo. La vida es un conjunto escalado de alegrías, tristezas, logros, felicidad, y dolor, desde el primer latido de nuestro corazón ya estamos muriendo, envejeciendo, sufriendo, padeciendo, pero lo importante es que lo hagamos por un objetivo noble, Dios no nos dio la vida para hacernos sufrir sino para que sepamos disfrutarla y sepamos hacer con ella una obra de virtud, y todos estos nobles objetivos traen consigo alegrías y logros que nos hacen crecer como personas.

(*) Ejemplo (del artículo “EL INSTINTO”): alguien puede decir que el hombre se alimenta porque su instinto se lo ordena, el fin de alimentarse es vivir y no morirse de hambre, ¿pero el fin de vivir cuál es?, ¿la supervivencia de la especie por ejemplo?, pues si nadie se alimenta y todos se mueren la especie desaparece. Ahora, ¿para que es necesario que sobreviva la especia?, ¿cuál es el fin?, sin el concepto de Dios el universo seguiría su rumbo tal cuál, sin el hombre en la tierra y nadie se enteraría y todo daría igual, entonces, realmente, ¿para que tenemos ese instinto?.
El fin de la supervivencia no tiene un sentido y, moviéndose hacia atrás, sin la existencia de Dios tampoco tendría sentido alimentarse, y sin embargo lo hacemos...
Algunas teorías panteístas intentan resolver este dilema remitiéndose a la “energía del universo” pero es tan solo un paso intermedio, porque luego comienzan las preguntas (si no se detienen en ese vago concepto que no explica nada) ¿y esa energía porque está?, ¿quién la creo?, ¿quién definió los parámetros de su comportamiento?, ¿cómo justifica el instinto?, ¿por qué entonces tenemos la posibilidad de creer en un Dios?...

ENSAYO SOBRE EL BIEN (3º PARTE)

Ya he hablado sobre la necesidad individual del bien y el hecho de que para un individuo todo acto siempre responde a su propio bien. Por ejemplo, hasta un suicida, si va a cometer el acto de quitarse la vida, por la razón que sea, lo hace porque él cree que será lo mejor para él, pero no va en contra de su propio bien. Así, transpolando a cualquier ámbito podemos decir que, quitando de por medio la moral marcada por costumbres y la ética definida por el hecho de la vida social y por el ajuste de libertades propias a favor de la libertad común, ejercidas por leyes que penalizan actos específicos, un individuo actúa siempre para su bien propio.
Pero esto tiene una excepción, y es la que hoy plantearé.
Primero quiero recordar el otro tema que traté sobre el bien y el mal que plantea que Dios creo el bien, pero no pudo haber creado el mal, el mal en realidad no existe en sí mismo sino que es la falta de bien, al igual que la oscuridad es la falta de luz. Estos opuestos son inevitables para ejercer la opción de libertad que Dios nos dio y que disfrutamos como seres humanos.
Habiendo puesto de manifiesto las intenciones y definición necesaria de mal como opuesto, ahora mi objetivo es introducir un nuevo tipo de bien, un bien único que se aborda de un punto de vista completamente diferente a lo demostrado.
Quiero aclarar que este pensamiento pertenece a Albert Taule, quién se debe llevar todo el mérito por desarrollarlo con su clásica armonía.
Existen diferentes tipos de “actos de bien”, el primero es hacer algo, un bien, un favor a un tercero, pero esperando consiente o inconscientemente algo a cambio. Por ejemplo cuando uno hace un favor, esperando que la otra persona tarde o temprano nos devuelva el favor. Si no lo hace nos sentiremos ofendidos y puede que la próxima vez no repitamos otro favor hacia éste.
Por supuesto, este primer caso no responde a los ideales católicos y si así actúa un católico no está representando a sus propias creencias. Pero existe el segundo caso, cuando hacemos un favor o una obra de bien, incluso sabiendo que la persona a la que estamos ayudando no puede devolvernos el favor, sea porque no tiene medios o por lo que sea, pero que sabemos que no podemos recibir algo a cambio.
En este caso ya estaríamos abarcando el ámbito creyente, pues, por poner un ejemplo, si un enfermo terminal, sin parientes ni herencia, le pide un favor a un ateo, éste no encontrará ninguna ventaja en realizar el favor ya que nadie se lo devolverá en otra vida (al no creer en ella) y como sólo las obras que “paguen” en esta vida tienen sentido, es entendible que no tendría necesidad de obrarlo (no es una crítica sino una deducción lógica y racional, si no creyera en otra vida actuaría así).
Pero en este segundo caso sí es posible que recibamos algo a cambio: el agradecimiento. Si éste es público puede que acreciente nuestra imagen hacia los demás, por lo que incluso podría abarcar al no creyente, y si éste es tan solo personal, es decir que solo nosotros mismos lo recibimos sin que nadie más lo sepa, puede que acreciente nuestro orgullo propio y nos produzca algún placer. El ser humano paga por diversas acciones que nos producen placer, como por ejemplo ver una película, escuchar música, etc, por lo que, el agradecimiento podría adecuarse a un placer más, y si realizamos una obra de bien puede que sea para recibir el agradecimiento de la persona a la que ayudamos. En estos casos, si la persona que ayudamos no nos lo agradece sentiremos que nos ha defraudado, o que nos debe algo, y lo llamaremos “desagradecido”.
Pero existe una tercera variante, más extrema aún, y es realizar una obra de bien sin esperar nada a cambio, ni siquiera un agradecimiento, y por ende, aunque sepamos de ante mano que ésta persona que reciba el favor no nos lo agradecerá, sea porque no quiere o sea porque no se enterará de la obra, de todas maneras la realicemos. Esta tercera variante sí que es exclusiva de los creyentes, ya que en estos casos el único que podrá “devolvernos” el favor será Dios en otra vida en la que creemos. Pero, por otro lado, si realizamos la obra esperando recompensa en otra vida no estamos haciendo más que actuar nuevamente esperando algo a cambio, con la única diferencia que este intercambio se remite a otra vida. Por ende, y a pesar de que estamos poniendo las creencias de por medio, y aunque para los ojos de un no creyente estamos haciendo una obra de bien desinteresada, en realidad no lo estamos haciendo.
Entonces existe esta cuarta variante, la del bien puro, que por otro lado es favorecida por el misterio de la fe, que no nos revela a ciencia cierta la existencia de otra vida. La fe es arrojarse al vacío, si supiéramos a través de fórmulas o estudios empíricos que Dios existe no sería fe sino conocimiento, estaría en los libros de ciencia. Pero Dios es sabio y por ello no se revela sino que nos deja intuir que “puede que exista algo detrás de la puerta” pero no lo sabremos hasta la muerte. Nos da la posibilidad de deducir su existencia, de hacernos esa pregunta. En la mente de cada ser humano, en cualquier parte del mundo, en toda civilización, existirá ese luz, que es exclusiva de los hombres, y que va más allá de las leyes naturales de supervivencia de especies, que no tiene una razón de ser más que la de darnos una pista, la de dejarnos una huella y decirnos que si la seguimos “puede” que encontremos algo. Si nos ponemos a pensar, ¿qué necesidad tiene el hombre de plantearse la existencia de otra vida?, ¿en que lo beneficia?, ¿por qué tiene esta facultad?, de no tenerla su vida continuaría sin cambios, el mundo marcharía exactamente igual, la supervivencia no se pondría en riesgo, ¿entonces por que surge esta pregunta innecesaria sobre la creación?. Ese misterio es el que nos dice que “puede” haber algo, pero no lo sabemos.
Bajo este principio, uno podría actuar realizando una obra de bien sin esperar respuesta, incluso por parte de Dios. Pues éste es el objetivo que pretende el creador sobre los católicos, que actúen sin esperar recompensa, ni siquiera de él mismo, y éste es el máximo esplendor del bien, ese al que se debe apuntar, el obrar de manera completamente desinteresada, sin esperar nada, pero nada, a cambio, si logramos alcanzar este punto habremos descubierto el bien.

LOS INVENTOS QUE NO SE INVENTARON ANTES

¿Cómo a nadie se le ocurrió inventar el globo?, digo ese con una canasta para volar. Con tantas velas izadas desde los griegos, romanos, normandos, etruscos. Con el dominio del fuego, tan simple como combinar esos artes. Porque el motor, la electricidad, pues vaya y pase, que son temas complejos, pero algo tan simple no tiene razón de ser. Como que los incas no conocían la rueda y armaron miles de kilómetros de senderos para recorrer sus imperios a pie, ¿qué habrán pensado al ver a un español andando en carreta?, si ahí no se dejaron conquistar pues se lo merecían, yo en sus lugares me hubiese dicho ¿cómo no se me ocurrió antes?. Bueno, ¿y Gutemberg?, su prensa de caracteres móviles con el que se imprimió (por imprenta) la primera Biblia y el primer libro de la historia por eso del 1450. Ahora bien, poner cuadraditos de madera con letritas talladas sobre una pasarela en forma de regla y luego, como un sello, agarrar y poner tinta y apretar sobre una hoja, luego otra y así cien, mil..., y tenemos una tirada para repartir. No quiero que nadie diga la idiotez de que el monopolio era de la iglesia ni nada de eso, si lo podrían haber hecho incluso los romanos o griegos! Antes que exista la iglesia. Además lo que más deseaban en el clero era que todos supieran leer y escribir para no tener que andar explicando, con lo complicado que es, que un tipo resucitó de entre los muertos. ¡Los monjes se pasaban vidas enteras dale que escribir!, ¿a ninguno, alguno inquieto quizá, se le ocurrió inventar la imprenta?. Y llegaron luego los árabes a España, sin ser los más dotados inicialmente para las matemáticas, pues donde vieron los números dijeron – peor falta algo – he inventaron el cero. ¿Cómo pudieron pasar tantos pueblos sin haberse dado cuenta?.
Podría pasarme hojas y hojas hablando de cientos de cosas que no se inventaron antes, pero ya a estas alturas lo mínimo que puede pensar el lector es: - ¿y este quién se cree que es?, ¿lo quiero ver en ese tiempo, esquivando guerras y pestes, haber si se ponía a inventar cosas?.
Es verdad, por eso debemos pensar en esas cosas que no estamos viendo hoy y que ya deberían estar entre nosotros, y debemos traerlas.

LA BATALLA MAS IMPORTANTE DE LA HISTORIA

Hace poco tiempo me preguntaron cual fue las batalla más importante de la historia. Debía responder de inmediato (se puede discutir por la segunda pero la primera debería ser indiscutible), sin embargo, como suelo tomarme mi tiempo en responder, recién ahora lo hago: La batalla de Poitiers.
Corría el año 732 de nuestra era, habían pasado cien años de la muerte del gran profeta. Aquel místico hombre había dejado a su muerte tan solo unos mensajes dispersos a unas tribus beduinas del desierto. Estos habían recopilado sus enseñanzas en el Coran y difundieron la palabra de aquel hombre como un reguero de pólvora, unificando aquellos dispersos pueblos nómades en un poderoso ejército. Tan poco tiempo había transcurrido y estos guerreros habían conquistado todo el mediterráneo, el sur de Europa y, rodeándola por oriente y occidente, amenazaban con cerrar las tenazas que dejarían al viejo continente a merced del califato.
En esos tiempos hablamos de una Europa diezmada en reinos bárbaros dispersos y sin grandes ejércitos más que los que utilizaban para combatir entre sí. El imperio de Constantinopla era una sombra, Roma había perdido toda su grandeza. Los Godos, Visigodos, Longobardos, Francos, Sajones y otras tantas hordas del norte, se atacaban y destruían, conquistaban y retrocedían, se asentaban en los espacios obtenidos, intentando edificar reinados y buscando una unión imposible de alcanzar. Estos reyes pasajeros se expandían concertando casamientos a su beneficio y guerreando entre sí, sin prestar atención a las necesidades y el bienestar del pueblo. Admiraban pero reducían la poca cultura griega y latina sobreviviente, no quedaba mas senado ni rastros de lo que había querido ser, casi quinientos años atrás, una democracia. En este contexto se arribo a esta batalla.
Mientras tanto, desde la península Ibérica, que había sido tomada en el 711, el imperio renaciente buscaba expandirse siguiendo las enseñanzas del profeta, y atacaba el sur de Francia en avances esporádicos que fueron penetrando las tierras cristianas mal defendidas. Esto animó a nuevos ataques desde al-Andalus hasta que, en el año 732, el emir Abd al-Rahman planeó una invasión organizada a gran escala. Burdeos fue saqueada y luego el ejército partió hacia Tour. El mayordomo de los francos, Carlos, decidió entonces la preparación de un ejercito para detener el avance. Los soldados francos y de otras tribus que se sumaron no estaban contentas con su situación actual, pero prefirieron luchar a ser conquistados.
Los frentes se encontraron en Tour en Octubre y en las cercanías de Poitiers se libro la batalla donde, por seis días y seis noches, se enfrentaron con admirable ardor. El emir tomó la iniciativa por la mañana y los francos resistieron la dura ofensiva durante toda la larga jornada, a media tarde Adb al-Rahman volvió a atacar enviando más guerreros a caballo y el ejécito cristiano lo sufrió pero lograron mantener sus líneas hasta la llegada de las míticas tropas de Eude de Aquitania, que se presentaron por la retaguardia dispersando por primera vez a los musulmanes. El ejército europeo avanzó llegando hasta las puertas del campamento enemigo donde pasaron la noche y por la mañana el franco atacó con todas sus tropas, los musulmanes ya se había propuesto la retirada y comenzó una persecución que duro algunos días y varias luchas hasta que, por primera vez desde que habían dejado sus áridas tierras, arrasándolo todo en su avance, los musulmanes se habían visto derrotados.
La presencia islámica al sur de Francia no cesó, volvieron a probar suerte cuatro años mas tarde en Languedoc y allí se mantuvieron más de diez años hasta Pepino el breve que los alejó hacia el sur y Carlomagno estableció la frontera en el Ebro.
Carlos obtuvo, no solo el sobrenombre de “Martillo de herejes” (Martel) sino la victoria más importante de la historia, no por la batalla en sí sino por la trascendencia histórica de la misma. La importancia de este hecho es que en toda Europa no quedaba otra fuerza capaz de detener el avance devastador de aquellos feroces guerreros a caballo. Debemos pues al resultado de esta batalla que hoy el viejo continente no fuese quizá un califato y que fuésemos la mayoría musulmanes.
Quiero aclarar que de ningún modo estoy diciendo que haya sido necesariamente algo positivo la victoria de Carlos Martel y sus valerosos caballeros. El imperio árabe que nacía probablemente se hubiese comparado al Romano, no solo por su extensión sino por la excelencia de la cultura que propagaban. Es probable que hubiese vuelto a renacer el viejo continente. Solo cabe destacar los innumerables ejemplos de progreso en España con la civilización árabe, frente a la decadencia europea de aquellos días. Ganando la batalla los francos la humanidad fue sumergida a otros quinientos años, que fueron la peor etapa, de la Edad media. Ni siquiera en mi condición de católico podría argumentar al respecto pues la civilización árabe, como bien dice el Coran (aunque no siempre quieran leerse estos pasajes) respetaba las otras religiones y a los católicos les permitía mantener su culto, tan solo cobrándoles un tributo, muy poco castigo para los vencidos comparado con las invasiones bárbaras o tantas otras conquistas de aquellos tiempos.
Como sea, para bien o para mal, en esos días Dios venció a Alá y sólo nos resta dejar a nuestra libre imaginación que hubiese sido de ésta Europa y del mundo en general si aquella batalla hubiese tenido otro desenlace.

EL CODIGO DA VINCI: JUGANDO CON LA HISTORIA

Un carpintero no tiene porque saber de mecánica, pero cuando lleve su auto al taller bien puede el mecánico comenzar a inventarle problemas sobre lo que le ocurre al auto y este se irá convencido de que, el gran mecánico, le soluciono el tema de las bujías a su auto Diesel y le cambio el filtro de la turbina.

Aunque no parezca, esto viene al tema porque es la manera de explicar como la gente normal no tiene porque ser experta en historia ni saber de teología, pero también por ello esta expuesta a que se la engañe y se le digan cosas sin el menor fundamento. Dan Brown es uno de esos mecánicos que utiliza sus mentiras, exageraciones e increíbles deducciones para levar al lector a sus teorías históricas, sabiendo que pocos serán los lectores que sean lo suficientemente curiosos como para comenzar un dedicado estudio y llegar a la conclusión de que se lo ha inventado todo.

Voy a hacer un breve resumen, la historia de Cristo se escribe en básicamente en seis libros de la Biblia (la Biblia es una unión de varios libros), cuatro son los evangelios, es decir la vida de Jesús escrita por apóstoles o escribas, el quinto es el libro de los Hechos de los Apóstoles y el último las cartas. Esto y nada más que esto es lo que se sabe de Jesús. Luego se fueron escribiendo leyendas y otras historias que se llamaron evangelios apócrifos, cada uno de los cuáles, ni se escondieron ni se quemaron, la iglesia los tiene y los deja leer y no tendría problemas en anexarlos a la Biblia si estos fuesen reales, pero ¿porque creerle a alguien que no estudio mas que lo básico para escribir sobre el tema frente a un grupo de gente que hace 1500 años que se dedica a estudiarlos?.

El problema es que cualquiera que escriba algo sobre un tema que se remonte mas allá de la edad de vida del hombre, es decir desde hace 150 años hacia atrás, como para asegurarse de que nadie estuviese vivo en ese entonces, puede inventar cualquier historia ya que por mas pruebas que puedan apoyar una u otra teoría siempre en el fondo es un tema de creencias.

¿Sabía usted que hace mil doscientos años, en la Patagonia argentina existían todavía algunos dinosaurios?, pero los indígenas de la zona, tehuelches y mapuches, los exterminaron. En las pinturas de las cuevas se ven claramente los rasgos de estos animales que cazaban con dinosaurios que hoy se conocen. Se han encontrado huesos de menos de dos mil años y en lugares donde habitaban estos indígenas que se dedicaron a comerlos hasta acabar con estos animales.

Bien podría yo, con un poco mas de información y seriedad, hacerle creer a alguno esto que escribo arriba sobre los dinosaurios, que por supuesto es un invento que se me ocurre a medida que escribo, y ese ejercicio es tan sencillo de realizar como el que hace el autor con el lector.

Admiro a los escritores que saben inventar historias basándose en la verdadera historia, admiro a Dan Brown por saber generar un escándalo donde solo su libro y su bolsillo salgan beneficiados mientras el revuelo le da bandera a los carpinteros para salir hablando de mecánica y de las bujías de sus Diesels, lo admiro porque me gustaría escribir una novela de ese estilo, con misterio creado manipulando la historia, creando leyendas, haciendo que todo sea un secreto que se debe proteger con la vida, una trama de sectas, ordenes sagradas, misterios ocultos de las garras de los malos que harán todo lo posible para destruirlo, y demás fantasías. Para que mentir y negar que me gustaría se un creador de ese tipo de historias, pero es que cuando me pongo a escribir y tomo un hecho de la historia me cuesta modificarlo a mi antojo, es como que siento que me estoy mintiendo, como que estoy diciendo algo falso y no logro hacerlo, por eso lo admiro, por tener esa frialdad de hacerlo sin mas reparos, después de todo en la literatura esta permitido.
Los que sí me daría pena es que alguien se tomase en serio esas historias y cuentos absurdos. Si alguien incluso duda que averigüe, que busque información, que estudie, para llegar a saber en cuantos errores, suposiciones falsas o sumamente exageradas carente totalmente de datos verídicos cae Dan Brown en su novela.
No es el hecho de criticar a la iglesia sin reparos, pero es que hay dos tipos de críticas a la iglesia hoy en día, las primeras por su doctrina, y para ello están los no católicos, que son libres de no serlo, y la otra es esta forma de inventar hechos para confundir a la gente que no tiene porque estar informada.

Vamos a un solo ejemplo: el supuesto pago de 100.000 por el Opus Dei.
En el peor de los casos que esto hubiera sucedido, quisiera saber ¿como logró enterarse?, ya que, siendo realistas, probablemente lo sabrían muy pocas personas y sería muy fácil de que incluso no existiesen prueba alguna de ese movimiento.
Si es cierto lo que dice mas bien la CIA debería contratarlo para encontrar a Bin Laden, ya que seguramente el sepa donde esta y que hace todos los días.

No quiero profundizar más sobre el tema, además ya existe mucha gente que lo ha hecho mejor que yo, pero si alguien quiere saber sobre las invenciones en las que se baso el libro le recomiendo "EL SECRETO" y sobre todo las aclaraciónes sobre el Cristianismo, Da Vinci y los Evangelios.

CONCILIO DE NICEA

Se ha escrito un poco mas de la cuenta sobre este episodio.
No solo el hecho de que fue un acto noble de unión de la iglesia, que recién comenzaba sus tiempo y sentaba un principio de unión inquebrantable que, con aciertos y errores, duraría hasta hoy, sino que además solo la misma entidad eclesiástica tiene los únicos documentos sobre este evento, que aconteció en el año 325.
El único tema tratado en ese entonces fue la herejía de Arrio (fundador del Arrianismo, una corriente que hoy en día resurge y de cuyos modernos seguidores actuales gran parte creen que la están inventando, cuando esta creencia tiene más de mil setecientos años). No hay mucha información sobre cuantos obispos se encontraban, las firmas de la lista se cuentan en 218 o 219 pero fueron mal copiadas muchas de ellas, además se tiene informes de la presencia de padres que no se encuentran en la lista, lo que sube el número a por lo menos 237. La cifra que se toma como mas acertada es la de 318, ya que llega a nosotros por una carta de San Atanasio, que participó en el concilio y que nadie encuentra razones por las cuáles dudar de este número.
Lo más importante de esta reunión, que duró varios días y donde se discutieron como pocas veces temas teológicos de raíz, fue el credo, expresando finalmente en la oración que hoy se dice en misa:
Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el unigénito del Padre, esto es, de la sustancia [ek tes ousias] del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre [homoousion to patri], por quien todo fue hecho, en el cielo y en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó y se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, subió a los cielos y volverá para juzgar a vivos y a muertos. Y en el Espíritu Santo. Aquellos que dicen: hubo un tiempo en el que Él no existía, y Él no existía antes de ser engendrado; y que Él fue creado de la nada (ex ouk onton); o quienes mantienen que Él es de otra naturaleza o de otra sustancia [que el Padre], o que el Hijo de Dios es creado, o mudable, o sujeto a cambios, [a ellos] la Iglesia Católica los anatematiza.
Todos los obispos, salvo cinco, se suscribieron y apoyaron esta fórmula de oración donde se declara el corazón del cristianismo en pocas y sencillas palabras. De los cinco solo dos mantuvieron su postura contraria Segundo de Tolomeo y Teón de Marmárica.
Los documentos de este concilio estuvieron siempre en manos de la iglesia y no hay razones lógicas para creer que no fue como lo dicen estos papeles, sin embargo siempre hay personas que, con mucha imaginación, atribuyen secretos y misterios donde no los hay para perturbar y corromper un evento histórico tan preciso y práctico como fue este concilio, conocido por el Símbolo de Nicea-Constantinopla.

PORQUE ES: G=M * M / D2, Y NO ES: G=M * M / D?

Pregunta tan sencilla como la respuesta. Un científico no lo explica porque la ciencia se limita a alcanzar la fórmula y mostrarla. (Newton luego de descubrirla puede se haya puesto contento y puede que luego salió a festejar , pero dudo que luego se haya preguntado el porque esto era así y no de otra forma), mucho menos puede entonces explicar la ciencia porque A=M/N, es decir porque la probabilidad de acertar (A=aciertos) un número entre dos es la cantidad de veces que se intenta (M=muestras) sobre la cantidad de números posibles (N=números).
Yo si fuese el que decidió que esto sea así hubiese puesto A=2M/N, de esta forma habría mas posibilidades de ganar en el casino. Sin embargo es humanamente imposible pensar algo así, y por otro lado es tan sencillo para, digamos Dios, que la fórmula fuese así que sería cuestión de que cada vez que alguien introduzca la mano en una canasta con cinco piedras negras y cinco blancas, todas iguales, sacase la que eligió el doble de veces que la otra. Claro que si hay otra persona que apuesta por lo contrario se complicaría.
Con todo esto digamos que hay científicos que dicen que el universo se creo por una cuestión estadística, y bueno, pero estamos en lo mismo, quien creo esas formulas, que en el fondo es lo mismo que decir que es el que creo el universo?.
La gravedad bien podría ser g=m*m/d, ¿por qué no?, desventajas: los satélites estarían mas lejos, el sol también y habría mas frío, el fútbol sería mas lento, pero también hay ventajas: las caerían mas lento a la tierra y podríamos saltar desde mas alto sin lastimarnos, el fin del universo según el Big Crush estaría mas lejano. Yo definitivamente, si fuese el que la definió la fórmula, le habría puesto solo d (y Newton estaría igual de contento).
Esta claro el punto, y es tan obvio que resalta, alguien decidió que esto era así y no de otra manera, y lo puso frente a nuestras narices para que lo “descubramos” y lo pongamos por escrito en un libro de ciencias. Ahora, ¿quién haría tal cosa?, ¿por qué?. Ah, eso ya no es cuestión de la ciencia. Es más, bajo la bandera del pensamiento racional de todas maneras no existe Dios, porque no se puede probar, es decir que el que “decidió” que esa fórmula como tal no existe. Pero si no existe ¿como se creo esa fórmula?...¿de la nada?, decir esto es algo irracional pues nada se crea de la nada, ¿entonces?...¿la formula es así porque sí?. El pensamiento racional humano y científico no permite la respuesta “es así porque sí”, si yo en un parcial respondía eso en Física me aplazaban seguro. A esta pregunta un buen racionalista (que cree que todo se explica por la razón) no la puede responder así.
Es el enigma de la habitación oscura: “como no veo nada significa que no hay nadie ahí”. ¿Y si “percibimos” algo, que parece moverse?... “pues no, porque no lo vemos, es decir no hay pruebas de que hay alguien ahí”.
Las ciencias son un laberinto de puertas y habitaciones, se abre una y entramos en una nueva habitación donde hay siete puertas nuevas, y si abrimos una de esas encontramos otras siete, eso nos lleva al mismo enigma: ¿al final hay alguien o no?.
Pero en cambio la filosofía no avanza, es decir que llega al punto de reconocer que existe la fe, es decir cosas que no sabemos pero en las que podemos creer. La fe esta estrechamente ligada al conocimiento y al mismo tiempo distanciada por una barrera que se llama descubrir. La fe implica entonces el desconocimiento de algo, si se conoce ya no hay fe pues se transforma de inmediato en conocer. Fe tiene un científico mientras investiga una teoría, si llega a probarla ya no es fe sino conocimiento.
Sin embargo existen algunos conceptos que sabemos que existen y sin embargo no podremos descubrirlos ya que hay un impedimento: exceden a la capacidad de entendimiento de la mente humana. Estos conceptos viven junto a nosotros día a día. Los dos mas básicos y fáciles de reconocer son el espacio y el tiempo. Podemos parametrizarlos, fraccionarlos, medirlos, pero es imposible entenderlos en su origen ni en sus extremos. Por ejemplo, piense un instante en el infinito espacial positivo, verá como no pensó en este, habrá pensado en un lugar lejano, oscuro, no se, algo que vio en una película del espacio por ejemplo, o un número muy largo y con muchos ceros que se pierde en el horizonte, pero no pensó realmente en el infinito. Nuestra mente solo visualizará distintos conceptos espaciales escasos pero no logramos realmente comprenderlo, sucede que nuestra mente no es lo suficientemente inteligente para abarcarlo. Lo mismo con el espacio negativo, siempre podemos pensar en algo mas pequeño y dentro de esto algo mas pequeño aun y así seguir por siempre. Así mismo ocurre con el tiempo, podemos fraccionar un segundo en milisegundos, y volver a fraccionarlo por siempre pero no podemos visualizar el tiempo mínimo, por último lo mismo ocurre con el tiempo máximo. Así llegamos a la conclusión de que no podemos comprender la eternidad, si lo intentamos vemos quizás un lugar blanco o negro, sin nadie, pero sabemos que son interpretaciones de recuerdos o imágenes que conocemos. El big-bang es una bella teoría para explicar el origen del universo, pero el problema es cuando algunos la utilizan pretendiendo explicar mas allá, si el tiempo y el espacio comenzaron en ese instante nuestra mente de inmediato preguntará que había antes, o, un poco mas allá, quien reguló ese comienzo, quien dijo: “ahora” y, digamos “presiono el botón de inicio”.
Aquí es donde se abren los caminos, iguales para todos, y algunos se detienen y se mantienen allí, sin preguntarse nada mas, un agnóstico, necesariamente es esa persona. Pero otros buscan aún mas, entonces encontramos que mucha gente que cree en algo, a veces incluso sin saber explicar el porque le surgió de su interior esa creencia (lo que los cristianos encontramos en el espíritu santo), pero esto no nos prueba nada a ciencia cierta, entonces algunos se esfuerzan mucho, tratan de que su mente supere la barrera que los sitúa del lado de la fe, recién entonces y con mucho esfuerzo, algunos perciben esa sensación de que hay algo mas allá, y la inquietud les revela cada vez mas, y por momentos vuelve la pregunta si será verdad lo que perciben, ya que no hay fórmulas o teorías al respecto. ¿No será un forma de autodefensa?, pero ¿autodefensa de que?, ¿para sobrevivir a que?, si el mismo concepto del tiempo es relativo. La teoría de la supervivencia se basa en el instinto de que una raza “desea” sobrevivir, y esto ¿que sentido tiene?. ¿Qué diferencia habría acaso si desaparece todo ser vivo para el universo sin Dios?. La teoría que revela la existencia de Dios como impulso a la supervivencia no tiene ningún sentido cuando llegamos a la pregunta, ¿y para que queremos sobrevivir?. Si, nos gusta sobrevivir, pero ¿por qué?, y si es algo impuesto, ¿por qué o quién lo impuso?, finalmente es una teoría mas como la de la gravedad, y hasta ella llegamos.
¿Y porque existe la fe?, bien podría no existir y todo sería igual. Pero si nos vamos mas allá: ¿por qué existe el instinto de supervivencia? ¿Que sentido tendría sin una razón extra temporal?. Esa voz que nos dice que debemos tratar de sobrevivir, ¿quién la impuso?, porque todos, creyentes y agnósticos, se levantan por la mañana y viven, estudian, trabajan, aman, se preocupan por cosas, etc. Si no existiese una razón, implícita, explicita, conocida o desconocida, ¿porque el hombre hace esas extraños actos?. Algunos prefieren no preguntárselo, otros lo hacen hasta que llegan a la fe y esta nos lleva siempre a Dios.

CASAMIENTO POR IGLESIA CATOLICA

Personas que no cree en Cristo, ni creen en su vida como tal, incluso que ni siquiera creen en un Dios providencial, pero se los ve entrando sonrientes a la Iglesia, se paran frente al altar. El sacerdote, persona en el que no perciben ninguna autoridad como tal, les habla del señor que esta en la cruz allá al fondo y mientras piensan en el público y en sus propias vanidades oyen como aquel supuesto Dios se hizo hombre y obró milagros y predico mientras, cada tanto y cuando les llega alguna de esas palabras a la mente piensan como alguien puede creer en esas cosas. La pregunta es, en realidad, porque, si no creen en esas cosas, están ahí. Se toman fotos en el templo y la novia se muestra con su vestido en el altar de aquel bello edificio, que además tiene el detalle de ser la casa de Dios para los que tienen una convicción religiosa. Resumiendo, sacan turno para que un señor que les hable de algo que no les interesa.

Hablo hoy de un tema simple, hablo hoy del casamiento de los no católicos o los “no practicantes”, una nueva “postura” desarrollada por lo más cómodo de la sociedad de hoy. Cuando me propusieron el tema al principio me pareció demasiado lejano a los tratados teológicos. Repuse que por mi edad, representaba de alguna manera los problemas mas actuales de la iglesia. Preparé entonces mi pluma para opinar sobre aborto, homosexualidad, Islam y otros problemas o críticas que se le plantean hoy la iglesia, sin embargo descubrí que este tema que me sugerían ni siquiera me lo había planteado por lo que debí comenzar a buscar información, la cuál es tan escasa como genérica ya que ninguno de los tradicionales padres de la iglesia jamás escribió (que tenga conocimiento) sobre el problema. Decidí entonces darme el permiso de utilizar un lenguaje abierto y moderno, con escenas del problema mas que recurrir al estudio teológico convencional.
Partamos de este punto: existen católicos creyentes y militantes, luego católicos creyentes que no siempre pueden cumplir con la liturgia pero creen profundamente en el contenido de ese sagrado libro: la Biblia, y por último están aquellos que ven en las escrituras poco mas que un aburrido libro de cuentos best-seller. Incluso ridiculizan interior o exteriormente a los que tienen la fe en aquel gracioso libro que cuenta historias tan fuera de la realidad. Alzan voces de “ingenuidad” para los creyentes y buscan teorías científicas (que consideran serias) sobre el origen del universo, descartando la posibilidad de Dios y mucho menos de un Cristo resucitado. La libertad de culto o “no culto” se respeta y esta bien, pero el punto de inflexión que roza incluso la falta de respeto, es cuando esta gente, paradójicamente, se casa por iglesia.
“Soy católico no practicante” se oye decir... ¿Qué es eso?. La iglesia católica, a diferencia de un club o un grupo de amigos, no pone sus principios a libre decisión del usuario, un católico apostólico romano es o no es, no existen los “creo pero no estoy de acuerdo con...” o “no me conviene ser...”. Pero ya el peor de los casos, y que supera todo intento de entendimiento moral es el “soy católico pero no creo en Cristo” Lo que se da en estos casos sería un “no creo en la iglesia católica pero me caso por iglesia porque me parece divertido”. Todas estas especulaciones que escribo son mi esforzado intento por comprender que atraviesa la mente de estas personas al casarse por iglesia. Mas aún teniendo en el mercado una amplia variedad de iglesias evangélicas que cubren todos los rubros de “creo pero no estoy de acuerdo con...”.
El casamiento por iglesia representa para un católico la unión sagrada. El Rito del Matrimonio moderno redactado en el Concilio Vaticano II, (cap. 77), deja amplias posibilidades con respecto a la ceremonia y, aunque recomienda el ritual romano, prácticamente se adapta a costumbres de diversos lugares y pueblos.
"Si en alguna parte están en uso otras laudables costumbres y ceremonias en la celebración del Sacramento del Matrimonio, el Santo Sínodo desea ardientemente que se conserven" dice textualmente el concilio. La única condición, implícita, que se pide es lo más básico y necesario: que se tenga verdadera fe y conciencia del acto. Esta única condición es la que no se esta cumpliendo y en la que la iglesia debe insistir, incluso a costa de perder a esos fieles no practicantes que de cristianos solo tienen la herencia y a veces una cruz de moda al cuello.
Haré un pequeño paréntesis para aclarar que hay cristianos por herencia o costumbres pero que son fieles a tal, los hay por elección racional propia, es decir que llegan al cristianismo por medio de la razón, y los hay por fe. Estos últimos responden a esa “voz interior” que les da el espíritu santo y que no se encuentra en ningún instinto científico ya que de por si, sin la existencia de un Dios providencial, no tendría lógica tal instinto de supervivencia, pues la vida quedaría reducida al plano temporal y no tendría mas sentido el obrar. Es decir que el despertar y actuar de cada día de cada hombre responde a una creencia (aunque no lo sepa). Existen incluso aceptaciones especiales para realizar casamientos entre personas de otra religión, siempre que uno de los dos sea católico y acepte el rito. Esto esta bien porque de esta manera se unen las religiones en algo en común que no debe ser un impedimento para el amor.
Pero aún así existe la hipocresía de aquellos de alma tan falsa que llegan al extremo de, no solo no creer y ser parte de la critica a la iglesia (lo cuál esta tan de moda que debería plantearse como deporte olímpico), sino además de utilizar a esa iglesia, cuyo sentido de la piedad y el perdón es tan intenso que no puede reaccionar.
Los motivos de esta gente: ¿mostrarse en público?, ¿presión familiar?, ¿presión social?, son solo deducciones propias en mi escueto intento de comprender algo de raíz incomprensible.
Una persona es libre de elegir ser o no católica pero no pueden existir variantes ni posturas intermedias. El vaticano discutió este tema dos años atrás y, en líneas generales, se resigno a perder a todo el que no acepte las encíclicas y aplaudo esa decisión. La iglesia no debe ser un partido político que pretenda tener un mayor número de adeptos, cada vez que se inclinó hacia esta postura sufrió sus peores momentos éticos y morales, la iglesia pues, debe ser la imagen cierta de Dios en la tierra y debe cumplir con los preceptos que éste, enviando a su propio hijo, dispuso.
Para evitar entonces este casamiento por mero ritual, es decir sin la presencia de Jesús en el corazón de los que se unen en sagrado matrimonio, es necesario evocar una fuerte preparación antes de la ceremonia. Siempre dejando esta misión a libre conciencia del párroco en funciones, debe ser suficiente para que los creyentes lo vivan como una renovación de su fe ya concretada y los falsos e hipócritas desistan en su intento o se conviertan. Debe mejorarse aquel curso intensivo y obligatorio previo, en el que se pida la asistencia completa y donde se repasen a detalle todos los principios de la iglesia y se jure por ellos. Al menos les dará a estos farsantes una oportunidad de aprender sobre la importancia de lo que, sin siquiera saber, están haciendo. Por otro lado los verdaderos católicos recibirán este curso con mayor o menor molestia pero con alegría de quién escucha su canción.
Por último, siempre se colaran algunos de estos incrédulos, ya que la escasez de escrúpulos de los novios que emprenden tal carrera es imposible de reconocer a ciencia cierta. Hay que tener en cuenta que una persona que va a hacer una falsedad tan grande como presentarse ante Dios sin creer en él, tan solo para, digamos: mostrarse en público, lo menos que le afectaría es la mentira de rendir fe a ese Dios, aquellos pues, se casaran con su mejor sonrisa y al menos habrán conocido, para mal o para bien, que aún existen y siempre existirán quienes por alguna razón creemos en algo.

LA TEORIA DE DARWIN

La teoría de Darwin como respuesta al origen del hombre

La diferencia entre los animales y el hombre es tan amplia que es difícil comprender como estamos tan unidos con ellos. Algo tan sencillo como poder amar, sentir pena, compasión, el sufrimiento por heridas del alma, traiciones, venganza, codicia. Todos estos adjetivos nos diferencian de un animal, ni el más inteligente de los animales es capaz de sentir rencor o sentir el deseo de discutir ideales.
Algunos, para simplificar, lo atribuyen al recurso siempre solicitado, de la teoría de la evolución. Aquella teoría explica de forma empírica y genérica como algunos animales, pájaros en general, se adaptan a nuevos hábitos modificando a través de las generaciones su físico. Esta tan lejos de explicar el secreto del hombre que es absurdo simplificarlo a tal extremo. No hay teorías serias que expliquen conexiones entre el origen del hombre y esta sencilla teoría desarrollada para comprender la adaptación de las especies a los cambios del medio.
Porque entonces hay tanta gente que se basa en aquel lejano principio para atribuir todas las conductas humanas a una sola causa tan débil como lo es la evolución?. Hay intención, malicia o simplemente desconocimiento e ignorancia?. La historia nos muestra muchos casos de mal interpretaciones intencionales, desde Descartes hasta Marx, pero siempre basadas en la ignorancia o la falta de profundización. De todas maneras el problema mas grave es la perdida de un camino concreto por uno falso que parte de la incoherente base de teorías modernas que por fuera muestran todas las respuestas y por dentro solo están vacías, tanto de respuestas como de contenido. Así pues una vez mas la humanidad transita sin saber hacia donde creyendo que va por el buen sendero pero sin preguntarse demasiado.
Aquí, como en todos los casos, hay que recurrir a las teorías y criterios de masas donde el comportamiento no responde al comportamiento individual, aunque en estos casos esta mas cerca.
Resulta complaciente sentirse parte de la moda y si la moda requiere pensar de otra manera la masa lo hará, sin cuestionarse si esta manera es la correcta, tan solo lo hará porque esta manera modifica pensamientos antiguos y todo lo viejo siempre, por el principio de las modas, debe ser peor. El cambio es una parte del hombre que dejó de buscar, cansado, el verdadero origen de sí mismo para conformarse con un par de frases bellas que se rescatan de teorías de gente que esta en la moda, sin cuestionarse lo vacías o superficiales que llegan a resultar.
El único consejo rescatable de esta pequeña reflexión, sin profundizar demasiado, es que los hombres que sí se esfuerzan por llegar al fondo y viven con las preguntas sobre el origen latentes en sus mentes, aquellos que practican el sano juego de plantearse preguntas día a día y buscan respuestas con su capacidad de razonamiento, en libros leyendo lo que otros razonaron y en deducciones con bases sólidas, estos, lamentablemente pocos, serán los que dejan en seguida atrás este umbral de teorías de revistas y pasan al plano de la consolidación de cimientos bien estructurados, donde se podrán apoyar el resto de sus vidas, seguros de sí mismos y de lo que han desarrollado para que el día de mañana, que a su vez es hoy a la tarde o dentro de unos minutos, se vean en sus lechos de muerte tranquilos como quien se prepara para embarcar en un excitante viaje, rezando sus últimas oraciones por los que se quedan en lugar de hacerlo por el que se va.