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Kosh

LA BATALLA MAS IMPORTANTE DE LA HISTORIA

Hace poco tiempo me preguntaron cual fue las batalla más importante de la historia. Debía responder de inmediato (se puede discutir por la segunda pero la primera debería ser indiscutible), sin embargo, como suelo tomarme mi tiempo en responder, recién ahora lo hago: La batalla de Poitiers.
Corría el año 732 de nuestra era, habían pasado cien años de la muerte del gran profeta. Aquel místico hombre había dejado a su muerte tan solo unos mensajes dispersos a unas tribus beduinas del desierto. Estos habían recopilado sus enseñanzas en el Coran y difundieron la palabra de aquel hombre como un reguero de pólvora, unificando aquellos dispersos pueblos nómades en un poderoso ejército. Tan poco tiempo había transcurrido y estos guerreros habían conquistado todo el mediterráneo, el sur de Europa y, rodeándola por oriente y occidente, amenazaban con cerrar las tenazas que dejarían al viejo continente a merced del califato.
En esos tiempos hablamos de una Europa diezmada en reinos bárbaros dispersos y sin grandes ejércitos más que los que utilizaban para combatir entre sí. El imperio de Constantinopla era una sombra, Roma había perdido toda su grandeza. Los Godos, Visigodos, Longobardos, Francos, Sajones y otras tantas hordas del norte, se atacaban y destruían, conquistaban y retrocedían, se asentaban en los espacios obtenidos, intentando edificar reinados y buscando una unión imposible de alcanzar. Estos reyes pasajeros se expandían concertando casamientos a su beneficio y guerreando entre sí, sin prestar atención a las necesidades y el bienestar del pueblo. Admiraban pero reducían la poca cultura griega y latina sobreviviente, no quedaba mas senado ni rastros de lo que había querido ser, casi quinientos años atrás, una democracia. En este contexto se arribo a esta batalla.
Mientras tanto, desde la península Ibérica, que había sido tomada en el 711, el imperio renaciente buscaba expandirse siguiendo las enseñanzas del profeta, y atacaba el sur de Francia en avances esporádicos que fueron penetrando las tierras cristianas mal defendidas. Esto animó a nuevos ataques desde al-Andalus hasta que, en el año 732, el emir Abd al-Rahman planeó una invasión organizada a gran escala. Burdeos fue saqueada y luego el ejército partió hacia Tour. El mayordomo de los francos, Carlos, decidió entonces la preparación de un ejercito para detener el avance. Los soldados francos y de otras tribus que se sumaron no estaban contentas con su situación actual, pero prefirieron luchar a ser conquistados.
Los frentes se encontraron en Tour en Octubre y en las cercanías de Poitiers se libro la batalla donde, por seis días y seis noches, se enfrentaron con admirable ardor. El emir tomó la iniciativa por la mañana y los francos resistieron la dura ofensiva durante toda la larga jornada, a media tarde Adb al-Rahman volvió a atacar enviando más guerreros a caballo y el ejécito cristiano lo sufrió pero lograron mantener sus líneas hasta la llegada de las míticas tropas de Eude de Aquitania, que se presentaron por la retaguardia dispersando por primera vez a los musulmanes. El ejército europeo avanzó llegando hasta las puertas del campamento enemigo donde pasaron la noche y por la mañana el franco atacó con todas sus tropas, los musulmanes ya se había propuesto la retirada y comenzó una persecución que duro algunos días y varias luchas hasta que, por primera vez desde que habían dejado sus áridas tierras, arrasándolo todo en su avance, los musulmanes se habían visto derrotados.
La presencia islámica al sur de Francia no cesó, volvieron a probar suerte cuatro años mas tarde en Languedoc y allí se mantuvieron más de diez años hasta Pepino el breve que los alejó hacia el sur y Carlomagno estableció la frontera en el Ebro.
Carlos obtuvo, no solo el sobrenombre de “Martillo de herejes” (Martel) sino la victoria más importante de la historia, no por la batalla en sí sino por la trascendencia histórica de la misma. La importancia de este hecho es que en toda Europa no quedaba otra fuerza capaz de detener el avance devastador de aquellos feroces guerreros a caballo. Debemos pues al resultado de esta batalla que hoy el viejo continente no fuese quizá un califato y que fuésemos la mayoría musulmanes.
Quiero aclarar que de ningún modo estoy diciendo que haya sido necesariamente algo positivo la victoria de Carlos Martel y sus valerosos caballeros. El imperio árabe que nacía probablemente se hubiese comparado al Romano, no solo por su extensión sino por la excelencia de la cultura que propagaban. Es probable que hubiese vuelto a renacer el viejo continente. Solo cabe destacar los innumerables ejemplos de progreso en España con la civilización árabe, frente a la decadencia europea de aquellos días. Ganando la batalla los francos la humanidad fue sumergida a otros quinientos años, que fueron la peor etapa, de la Edad media. Ni siquiera en mi condición de católico podría argumentar al respecto pues la civilización árabe, como bien dice el Coran (aunque no siempre quieran leerse estos pasajes) respetaba las otras religiones y a los católicos les permitía mantener su culto, tan solo cobrándoles un tributo, muy poco castigo para los vencidos comparado con las invasiones bárbaras o tantas otras conquistas de aquellos tiempos.
Como sea, para bien o para mal, en esos días Dios venció a Alá y sólo nos resta dejar a nuestra libre imaginación que hubiese sido de ésta Europa y del mundo en general si aquella batalla hubiese tenido otro desenlace.

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