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Kosh

LA VENGANZA

Se vengaría por lo que le había hecho, lo juró por su vida y cumpliría su palabra. Pero era una persona metódica y calculadora, nada de dejarse llevar por las emociones. Planeo con calma, detalle a detalle todo lo que haría. Trazó toda una compleja estrategia que se centraba en la calle principal del pueblo, en aquella avenida transitada llevaría a cabo su venganza. Planificó la secuencia de sucesos uno a uno, como un estratega militar, calculando cada distancia, cada segundo, cada acción, pensándolo todo. Fijó una fecha lejana y apuntó todo el proyecto hacia esa meta. Una vez que la etapa de planificación concluyó se dedicó a implementar cada parte del plan. Preparó el terreno, no solo apuntando a su víctima sino también apuntando a todo el entorno que rodeaba las acciones a realizar, para que su venganza quede en el anonimato, borrando cualquier posible vinculación. Por otro lado decidió que para que salga todo perfecto la calle debía estar en perfecto estado también, tan detallista como era, se dedicó, en secreto y sin ser visto, a reparar toda la calle, el asfalto, los faroles, todo. Lo hacía por las noches y sólo cuando estaba desierta, aguardando horas hasta que eso ocurra. Una vez que el terreno estaba listo decidió que debía hacer pruebas, por lo que, con infinita paciencia, aguardó que algún individuo siguiese la secuencia esperada al avanzar por la calle y simuló llevar a cabo su plan, sin realmente consumirlo por supuesto. Habían pasado muchos años pero por fin todo estaba listo y llegó el día esperado. Se vistió con el uniforme que había preparado especialmente para la ocasión, se situó en el lugar exacto, la calle estaba tal cuál lo había planificado, la secuencia a punto.
Fue entonces cuando notó que había olvidado algo, que parecía irrelevante para toda la estructura y construcción del plan, pero que ahora afectaba directamente a los resultados, se había centrado tanto en su estrategia que se había olvidado de quién era que debía vengarse. No hubo caso, ya no lo recordaba, pero de todas formas estaba satisfecho, su plan era perfecto, incluso llevarlo a cabo, es decir, consumirlo, era un pecado en sí, él se sentía un artista y su obra ya era perfecta. Se alejó por la calle principal, observándola y pensando lo linda que había quedado con sus arreglos.

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