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LA GOTA

Río de agua dulce que recorre sombrío los valles, pierde color al llegar a la extensa e interminable llanura, allí reposa oculta en un lecho casi invisible, camina lento por la nada, abriéndose camino en curvas y contra curvas como el paso de una serpiente gigante. Allí vivía ella, con la forma que me dio el viento y la vida. Era una gota, y estaba feliz de serlo, antes de terminar su existencia nos relató su historia para que la sepamos y nos veamos en su reflejo cristalino:
Había nacido entre los copos de nieve de primavera, cuando el hielo se hacía agua, entonces caí de una rama hacia un pequeño lecho. Mi niñez fue como la de cualquiera, viviendo entre pequeños arroyos que bajaban como hilos, uniéndose y desuniéndose. Cuando fui joven también mi vida fue como la de cualquier adolescente, llena de energía entre los rápidos, golpeando las piedras con fuerza y a toda velocidad. Remaron sobre mí los aventureros y salté junto a ellos por las caídas que formaban las rocas. Por fin me hice grande y me establecí en la llanura interminable. Pasó mucho tiempo de días corridos donde las aguas se movían solo por costumbre, a paso lento y metódico. Hoy es el principio del fin, hoy veo las costas acantiladas y se que deberé ser uno para ser todo, para sumarme a esa gran masa de agua oceánica que me hará sentir cuan poco represento en este universo.

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