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Kosh

EN LA FERIA

Todo comenzó en esas ferias de pueblo que aparecen y desaparecen cada verano. Era apenas un niño y fue a comprar un helado cuando pasó frente a la pequeña y misteriosa tienda que se encontraba oculta detrás de una gran estructura metálica por cuyos rieles se movía a toda marcha un carro repleto de gente gritando. Pensó que estaba abandonada, entonces vio lo que le pareció un flash de luz blanca del interior. Podía ser un reflejo de alguno de los otros juegos o alguien que había tomado una fotografía cerca, pero de todas maneras decidió acercarse. Llegó hasta la puerta, que consistía en un arco tapado por una cortina con un corte vertical en el medio, la abrió de par en par, dejando entrar las últimas lágrimas de claridad de una larga tarde de diversión y miró al interior. No había nadie, sin embargo las paredes estaban repletas de amuletos, de objetos de madera que supuso que formarían parte de un decorado de fantasía que imitaba alguna tribu de esas islas del pacífico. Todo esto lo suponía a base de imaginación y recuerdos de cómics, películas y otras fuentes de información que posee un niño de once años. En el centro había una mesa, y sobre ésta una bola de cristal. Volvió a mirar a su alrededor en busca de alguien, luego se aproximó a la mesa y observó de cerca la bola de cristal. Pudo ver su rostro alargado reflejado en la esfera. La curiosidad fue más que sus miedos y se animó a tocarla. Estiró su dedo hasta alcanzar la superficie fría y cristalina, entonces el extraño objeto de pronto se iluminó, con una luz verde pálida. Quitó de inmediato el dedo, pero ya era tarde, la luz verde concentrada en el centro de la bola se expandió en forma de rayos hacia todos los rincones de la carpa. Eran como finas líneas desparejas, del mismo color verde de la luz de la bola. Retrocedió mezclando en su mirada asombro y temor, entonces todas las luces que se expandían por el espacio se concentraron en él. Los rayos entraban por su pecho, a la altura del corazón, y fluían entre sus venas, iluminando su cuerpo desde dentro, dando la sensación de que su piel fuese transparente. Duró unos segundos, luego la luz se desvaneció en la bola. Fue como si se hubiera transportado del objeto esférico al interior de su cuerpo
Salió de la carpa como si nunca hubiera pasado nada, la gente jugaba en los juegos, se oía música de circo, gritos y el murmullo continuo de la muchedumbre. Caminó hasta la callejuela principal, donde las personas iban y venían despreocupadas y sin saber de aquella carpa. Entonces dio una última mirada a sus espaldas, pero la misteriosa carpa ya no estaba.
Pasaron los años y nunca pudo olvidar aquel episodio, quizás porque aquel extraño día fue cuando comenzó a tener esas visiones del más allá.

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