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DIALOGO DEL XII CONCILIO DE DIOSES

Esa tarde se celebraba el XII concilio convocado para Dioses. Se reunieron los Dioses de todas las religiones de la tierra. Eligieron la cima del Fitz Roy, una montaña escarpada a la cuál solo se podía acceder con buen tiempo y en verano o primavera, pero ese día caía una fuerte tormenta de nieve y hacía un frío solo soportable por quiénes no lo sienten.
- Les hemos enseñado bien a nuestros seres creados, y los que creen en nosotros siguen los rituales funerarios divulgados por nuestras escrituras - comenzó a hablar el Dios cristiano, al cuál le tocaba presidir la sesión.
- Mi pueblo también respeta las costumbres – agregó Alá. El resto fueron sumándose al buen balance sobre el respeto a los rituales dedicados a los muertos. Algunos Dioses menores tan sólo hicieron algunos comentarios sobre sus pueblos y las costumbres perdidas. El Dios de los Mongoles, por ejemplo, dijo que ya ninguno de sus súbditos practicaba el rito del abandono de los cuerpos de niños muertos. En tiempos antiguos, éstos se dejaban en los caminos, con la esperanza de que su pequeño espíritu se podría traspasar al seno de alguna mujer que recorra el sendero, volviendo a la vida con un nuevo cuerpo.
- Tampoco se utilizan las técnicas de limpiezas, como la de mis asirios y sus torres del silencio, claro que por aquellas alturas casi no quedan buitres para purificar los cuerpos – se quejó Ormuz.
- Los hombres han cambiado mucho – reprocho en voz alta Horus, el cuál había perdido en poco tiempo, segundos de Dioses, el repecto que se le rendía en los funerarios de Egipto, - mis hijos Khebenef , Hapi , Amset y Tiumantef ya no son convocados para proteger los órganos de las momias. Ya no se utilizan las vasijas del Dios Canope, sentado a mi derecha, almirante de la flota que llevó a Osiris a la victoria en Asia – agregó señalando al otro Dios allí presente.
- Es cierto, y si aquí estamos reunidos hoy – intercedió nuevamente el Dios cristiano, - es para estudiar estos casos. El cuidado de los muertos ha sido siempre una justa preocupación de los hombres, desde la prehistoria los hombres han mantenido éstas costumbres, que no hacen sino probar nuestra propia existencia, ya que si cada civilización lleva consigo esta actividad es porque lleva consigo nuestra existencia, lleva consigo la puerta abierta a creer, esa que dejamos adrede para que sepan algo más de nosotros.
- Pero la vida de este tiempo es diferente, no deja espacio, no deja tiempo para meditar sobre la razón de un ritual, nadie piensa el “porqué”, el “de dónde” o el “a donde” van aquellas almas – dijo el Dios Quechua, - la misma idea de que no todo termina con la muerte es el impulso que les entregamos, la idea de un espíritu que da vida y que abandona el cuerpo para viajar a un lugar diferente, esto se ha perdido, y es la principal razón por la cuál los diversos grupos humanos realizan los ritos fúnebres.
- No es que quiera contradecirlos, pero es que hoy estamos aquí reunidos por otro motivo – alegó Alá, - estamos por aquellos que no tuvieron el tiempo de elegir siquiera sus creencias, esos que no llegan a ver la luz, estamos aquí para decidir sobre los niños no nacidos que son muertos en los vientres de sus propias madres, por ellas mismas.
- Eso mismo – se sumó Yahvé. – Al principio eran pocos, tan pocos como los soldados, náufragos, u otros casos de humanos sin ritual. Podíamos manejarlos, tratar las almas, indicarles el camino a sus espíritus, pero los niños no nacidos cada vez son más, y al no haber podido conocer el mundo, excepto por lo que les mostró el vientre de sus madres, no tienen siquiera el concepto de la muerte.
- Son almas inocentes, muertas por sus padres, sin rumbo ni destino – dijo el Dios cristiano enfadado.
- Debemos diseñar un ritual para ellos - propuso Pachacámac, de los Incas, del cuál quedaban pocos seguidores fieles, pero los que estaban aún en la tierra seguían las normas enseñadas al pie de la letra.
- Hemos cambiado mucho nosotros - dijo el Dios de los guanches, conocido en las islas canarias - El corazón, lo que siempre les late, desde que les dimos la vida, ese debe ser el centro del ritual – dio la primera idea.
- ¿Pero donde los velaremos?, ¿quiénes celebrarán el rito? – preguntó el Dios sol de los incas.
- Yo pienso que debemos devorarlos – dijo un grotesco Dios nómada, cuyo pueblo practicaba el canibalismo con los muertos, para que el espíritu del difunto formase parte de los familiares.
- ¡Que asco! – se sobresaltó el Dios egipcio Horus. Los demás dioses también reaccionaron con desagrado ante la idea
Sin embargo un Dios desde la última fila propuso algo similar: - entre mi pueblo, los esquimales, se abandona a los moribundos en cuevas para que los osos polares los devoren, luego la familia se come al oso y así el espíritu también forma parte de ellos.
Pero el resto de los dioses continuaron pensando que era una práctica desagradable. El Dios cristiano intercedió zanjando el tema: - pero en éste caso no tenemos cuerpos, la carne o el resto de los niños queda en la tierra, y lo único que tenemos son almas errantes.
- Propongo que enviemos a nuestros ángeles para recibirlos y explicarles donde se encuentran – dijo Yahvé.
- Eso esta claro, ¿pero como será el rito? – se preguntó Horey, un Dios de tribus africanas.
Ollatharir, o “buen dios”, guerrero y portador del caldero y de la maza, Dios de los druidas y muy influyente entre los seres supremos habló: - debemos pensar en el ser que nos creó a nosotros, pues si nosotros creamos a los hombres, y nosotros a su vez existimos, alguien debió de habernos hecho, él debe darnos consejo – expresó con sabiduría en su voz.
- Pero al igual que los hombres no pueden asegurar nuestra existencia sino es a través de la fe, nosotros tampoco podemos afirmar su existencia a ciencia cierta – dijo otro gran Dios de la muerte: “Dia Cimi”, de los antiguos Mayas.
- Sin cuerpo las limitaciones son muchas, no podemos cremarlo, ni inhumarlo – dijo un representante de las culturas hallstáticas.
- Tampoco embalsamarlo ni momificarlo al “Zet”, no tendría sentido sin el “Het”, contar con el “Ka”, el espíritu mortal quedará en la tierra y solo tendríamos el principio vital “Ba” – agregó el Egipcio, mareando un poco a los presentes, - sin embargo – continuó, - podríamos traerlo al más acá con sus objetos personales, como en el caso de nuestros faraones – y esto último si lo comprendieron todos.
- ¿Pero que objetos personales tiene un no nacido? – le recriminó con cierta razón el Dios de los guaimíes.
- Que a nadie se le ocurra proponer el sacrificio de otros seres humanos – medio el Dios cristiano ante la posibilidad que se barajaba frente a la aproximación del tema, - ya bastante tenemos que todas estas almas inesperadas como para ocuparnos de nuevas.
- Debemos crear una necrópolis, como han hecho desde siempre la mayoría de los hombres, para agrupar a estos espíritus.
- Mi pueblo es supersticioso – dijo el Dios de los chocóes, los cuales abandonan o queman la casa donde habitaba el difunto y se construyen otra a grandes distancias, temiendo sino que el espíritu pueda hacerles daño.
- Inhumar tampoco es debido, la ley de las doce tablas lo decía: “urbe hominem mortuum” – agregó Yahvé.
- Mi pueblo quema a sus muertos y los guarda en un recipiente hasta la primera fiesta que celebren, en ésta se mezclan las cenizas con bebidas fermentadas y se bebe por ellos, - explicó un Dios de las tribus amazónicas, - de esta manera se incorporan los familiares queridos a los vivos.
- ¡Basta de formas de canibalismo! – se quejó Alá, - El cementerio, por definición del griego koimeterion, "yo descanso", es la solución ideal, con o sin cuerpo.
- Mejor sería tratar de enviar señales para que estas prácticas de matar a los no nacidos sea evitada, ¿no creen? – dijo un Dios anciano finlandés llamado Jumala.
Todos meditaron la interesante proposición.
- Pero habrá que trabajar mucho, los humanos han corrompido sus principios, el egoísmo de cegar una vida por comodidad es moda – enfatizó el Dios cristiano, muy enfadado por esta práctica.
- Dios sabe que es cierto – dijo bromeando el Dios normando Odín, - pero vale la pena intentarlo – expresó hacia el aire convencido.
- Entonces cerremos esta sesión y fijemos una nueva para definir los pasos a seguir para que el humano se entere qué esta bien y qué esta mal sobre el tema – concluyó el Dios, desligándose de la responsabilidad de ser el responsable de la siguiente convocatoria.

1 comentario

Alberto -

Vaya lío de dioses! Aunque más largo que de costumbre, lo he terminado. Me han gustado dos cosas. El tema del aborto, como algo reprobable y, hacia la mitad, cuando se dice que los humanos andan demasiado distraídos en sus cosas. Está en las lecturas bíblicas de este primer domingo de adviento en las que acabo de meditar.