NOS VEREMOS EN LA PROXIMA VIDA
Sabía que iba a entrar en la habitación, y tenía las palabras preparadas, pero no pude más que decir lo que sentía, olvidando todo lo que había escrito. Ella vino de un pueblo donde los valores son los que valen, y yo venía de una gran ciudad donde los valores son los que benefician. Viví los siguientes sesenta años aprendiendo de ella en cada mañana, alimentándome de su sonrisa para sobrevivir los malos tiempos, fortaleciéndome con sus caricias y aprendiendo de sus concejos. Pero todo termina en esta vida, y sobretodo la vida misma, por eso hoy estoy aquí diciéndole que llegó mi hora, lo sé porque me lo dice mi viejo corazón, lo siento en mis ancianos huesos que ya me piden un descanso, un reposo eterno en esta cama. La habitación es blanca, como las sábanas, como la pureza, y solo pude decirle, al mirarla a sus hermosos ojos, que a ella aún le quedan algunos años más por vivir y que va a poder hacerlo bien sin mí. Le prometí que pronto nos volveríamos a ver en otra vida y que nuestros corazones iban a navegar juntos por las nubes como lo hacían cuando tenían veintitrés años. Cuando caminábamos juntos por la calle, siguiendo por tanto tiempo la misma ruta. Tanto conocernos y tener que separarnos, diría que es una pena, pero es el curso de los ríos y el final de los buenos amores. Se fue llorando, y no eran lágrimas que pudiera evitar con mis palabras, por tan solo decirle cuanto la voy a extrañar hasta volver a verla.
Y ahora ya puedo dejar de respirar.
Y ahora ya puedo dejar de respirar.
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