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CICLO INFINITO

Entro en la tienda porque lo hizo su amante, era un oscuro laberinto de pasillos con miles de baratijas. Era la hora de la siesta pero en vacaciones no hay siesta y menos el último día. Recordó que bien había pasado la última semana, lejos de la oficina, de su esposa, de todo lo que sufriría a partir del Lunes siguiente. Ella comenzó a buscar entre las viejas alfombras persas una que combine con las cortinas de su comedor, él curioseaba por el fondo. Tan variados objetos de metal lo abrumaban, pero más que ninguno le sorprendió una lámpara, sonrió pensando que podía ser la del genio. Leyó un cartel escrito en pobre inglés que rogaba no tocar, pero no había nadie y él como turista, con su cámara de fotos al cuello y su sombrero delator, no podía dejar pasar la ocasión de intentarlo. Frotó y una humareda cubrió el espacio formando una figura.
Dime tu deseo – le habló la figura de humo con tono endemoniado.
Que buen truco – dijo incrédulo. – Pues quiero volver a empezar esto – decreto sin aclaraciones.
Entro en la tienda porque lo hizo su amante, era un oscuro laberinto de pasillos...

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