RECORRIENDO EL CIELO
Una vez los hombres se preguntaron si podían llegar a alcanzar el horizonte. Entonces algunos se decidieron y fueron hacia él, se lanzaron en búsqueda del horizonte, en la dirección del amanecer. Viajaron y viajaron hasta la línea que separa el cielo de la tierra, y les costó y muchos abandonaron en el intento, pero un pequeño grupo, eran apenas doce, lograron alcanzarla. Se pararon entonces en aquella línea: de un lado había tierra, del otro cielo, era como la esquina en una pared. Sintieron que se podían apoyar en el cielo, como quien se apoya sobre una pared, tocarlo, era suave como un colchón de plumas.
De pronto vieron que la pared tomaba más color, entonces salió el sol. Era como una imagen proyectada, como una pintura mágica de color amarillo brillante. Esperaron que se alejara hacia arriba. Luego se recostaron sobre la pared que de nuevo era azulada y entonces notaron que el piso cambiaba, si se apoyaban sobre el cielo éste se convertía en el piso y en cambio el piso, la tierra, pasaba a ser la pared. Ahora estaban de pie sobre el cielo y veían la tierra como una pared interminable que subía hacia arriba. Caminaron por el cielo como si fuese un campo celeste. Corrieron, saltaron, jugaron con el piso tan extraño que nunca antes habían imaginado sentir en sus pies.
De a poco el cielo fue oscureciendo hasta hacerse la noche, entonces estaban de pie sobre una capa oscura que parecía tener profundidad pero que era tan solo una plataforma. Las estrellas eran puntos blancos que brillaban bajo sus pies.
Volvió el día y el color celeste al suelo que pisaban. Decidieron entonces alejarse cielo adentro, es decir alejarse de la pared, que era la tierra. El recorrido bajaba levemente, como hacia el centro de una especie de cono. Caminaron mucho hasta que estaban en un punto en el que miraban hacia arriba y veían la tierra sobre sus cabezas como si fuese el cielo.
Por fin llegaron el centro del cielo, era una especie de valle celeste, allí encontraron una gran ciudad, las casas estaban hechas con parte del mismo cielo. La observaron con admiración, pero el grupo, por miedo a lo que se podían encontrar en ella prefirió rodearla y continuar hasta llegar, mucho más adelante a la pared de tierra por el lado opuesto. Una vez que volvieron a tener frente a ellos la pared de tierra, entonces volvieron a pasar a esta como piso y a ver el cielo como pared, por último se alejaron hasta que la línea del horizonte quedo a sus espaldas. Habían sido los primeros en dar la vuelta al cielo. Pero del grupo sólo llegaron once, hubo uno que cuando bordeaban esa misteriosa ciudad celestial se animó a bajar y explorarla. Lo esperaron unas horas pero no regresó. Nunca más se supo de él.
De pronto vieron que la pared tomaba más color, entonces salió el sol. Era como una imagen proyectada, como una pintura mágica de color amarillo brillante. Esperaron que se alejara hacia arriba. Luego se recostaron sobre la pared que de nuevo era azulada y entonces notaron que el piso cambiaba, si se apoyaban sobre el cielo éste se convertía en el piso y en cambio el piso, la tierra, pasaba a ser la pared. Ahora estaban de pie sobre el cielo y veían la tierra como una pared interminable que subía hacia arriba. Caminaron por el cielo como si fuese un campo celeste. Corrieron, saltaron, jugaron con el piso tan extraño que nunca antes habían imaginado sentir en sus pies.
De a poco el cielo fue oscureciendo hasta hacerse la noche, entonces estaban de pie sobre una capa oscura que parecía tener profundidad pero que era tan solo una plataforma. Las estrellas eran puntos blancos que brillaban bajo sus pies.
Volvió el día y el color celeste al suelo que pisaban. Decidieron entonces alejarse cielo adentro, es decir alejarse de la pared, que era la tierra. El recorrido bajaba levemente, como hacia el centro de una especie de cono. Caminaron mucho hasta que estaban en un punto en el que miraban hacia arriba y veían la tierra sobre sus cabezas como si fuese el cielo.
Por fin llegaron el centro del cielo, era una especie de valle celeste, allí encontraron una gran ciudad, las casas estaban hechas con parte del mismo cielo. La observaron con admiración, pero el grupo, por miedo a lo que se podían encontrar en ella prefirió rodearla y continuar hasta llegar, mucho más adelante a la pared de tierra por el lado opuesto. Una vez que volvieron a tener frente a ellos la pared de tierra, entonces volvieron a pasar a esta como piso y a ver el cielo como pared, por último se alejaron hasta que la línea del horizonte quedo a sus espaldas. Habían sido los primeros en dar la vuelta al cielo. Pero del grupo sólo llegaron once, hubo uno que cuando bordeaban esa misteriosa ciudad celestial se animó a bajar y explorarla. Lo esperaron unas horas pero no regresó. Nunca más se supo de él.
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