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EL MUNDO DE LOS BUENOS Y MALOS

- ¿Porque existen las peores personas?, ¿por qué Dios tan solo no los hace desaparecer de la tierra?, ¿por qué no los barre con aliento de huracán, con un terremoto que es un movimiento de dedos para él? – se preguntaría aquel que no llegó a preguntárselo. ¿Quién puede darle vida a alguno de estos seres?, capaz de tener un alma tan putrefacta como para destruir una hermosa ilusión, un espíritu blanco que dejó de respirar sin ver sus sueños, siquiera sin ver, alguien que jugaría de niño, que crecería aprendiendo el sabor de la vida, que tendría un pasado, que algún día tendría arrugas en la cara, pero ahora ha dejado como única huella la de un cuerpo pudriéndose en un basurero. Entonces llega el bueno, ese que carga con todas las penas, ese que lleva la cruz por los demás, por los que no se lo merecen, por el indigno de siquiera respirar el mismo aire que existe en la atmósfera, lo peor de lo que pueda pisar este triste y desgraciado planeta. Pero el bueno es ese que hace que las cosas no sean mas oscuras que el negro, le da luz al clima de horror, al alma que vive con la ética del "esta bien lo que me conviene", el desprecio mas sucio, ese que busca la obra más terrible, el dolor silencioso de quién sufre callado, en un abismo de sombras, ese que se parece al esplendor de la palabra divina del bien, ese que llora por los que no lo hacen, que vierte la sangre de quién la hace derramar, quién conoce el miedo y el dolor por culpa del que hacen los demás, por culpa de quién crea el mal. Y llora por los que deberían estar cayéndose en lágrimas. El infierno existe porque hay quienes lo crean, porque hay quienes eligen esa puerta, a pesar de advierta gritando con todas sus fuerzas hasta quedarse muda, hasta perder la voz. Y si alguien muere sin poder defenderse, sin poder saber lo que es respirar, sin tener la oportunidad de conocer el amor, alguien debe llorar por quién no sabe hacerlo, alguien debe sentir el dolor de los cuchillos en su propia alma, alguien debe cargar la cruz de quién no sabe siquiera tocarla. Por eso la ecuación es simple, existen los malos, que hacen mal, y los buenos, que arrastran con el sufrimiento, con el dolor y con el peso de lo que deberían sentir esos otros, que están y existen para no sentir.

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