EL SUSURRO DE LAS PIEDRAS
Esa tarde mirando un valle perdido que rasgaba soledad, creyó que las piedras le decían algo. Afinó el oído para escuchar, entre la brisa, el sonido de aquel susurro apenas imperceptible. Había descubierto el susurro de las piedras. Era casi de noche pero, maravillado por aquel dulce y encantador sonido que no podía dejar de escuchar, permanecía aún en aquel sitio. Y así permaneció inmóvil por días, tratando de percibir más y más. No decían nada, hablaban entre ellas del universo, de la materia, del juego entre átomos que se hacen y deshacen, creando desde carbón al diamante con la misma esencia pero distinta forma. Si la piedra es afilada será un arma capaz de matar, si es cuadrada formará parte de una pared para proteger, si es redonda servirá para llevar. Cada forma tiene su destino, cada destino su forma, que arde en llamas de cambios, que exhalan motivos para descubrir el más allá.
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alberto -
Eréndira Hierro -