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EL MUNDO PARTIDO EN DOS

Dos lugares separaban las fases de un mundo heterogéneo, delimitado por los encargados de mantener la línea en su sitio. No era una muralla ni una zanja, ni siquiera una valla, era una línea pintada de blanco. No había carteles que advirtieran de la separación, sin embargo estaban quienes debían ocuparse de hacerlo saber. La división había sido creada por los hombres, sin embargo no había odio ni razón de rivalidad por ambas partes, era como si hubiese sido una decisión arbitraria con tan poco sentido que no generaba desacuerdos.
Un buen día una parte de la línea se borró y, cuando lo descubrieron ya muchos se habían pasado de un lado a otro, entonces, como no se podía saber quienes estaban del lado incorrecto, se cambiaron a todos de lugar, los de un lado hacia el otro y viceversa. Esto no solucionaba nada pero era una medida que daba la impresión de ser “correctiva”. Las personas obedecieron y rehicieron sus vidas en el lado opuesto, sin preocuparse por los cambios. Pasaron muchos años de calma hasta que otro buen día un señor de uno de los lados quiso pedir permiso para pasar al otro lado. Resultaba que todos los encargados de mantener la línea habían ya muerto y no sabia a quién extenderle la solicitud por escrito que había preparado. Al ver que no existía ente burocrático para oponerse al traspaso, simplemente atravesó la línea, hizo lo que debía del lado opuesto, y volvió a su lado.
Por desgracia nadie más intento cambiarse, por lo que las dos partes nunca se enteraron de que ya no había personas que lo separasen, tan solo una línea inerte.
Pero un día, un terremoto seguido por una tormenta de barro borró por completo la división y entonces comenzó el pánico, la gente no sabía a que lado pertenecía y por ello se fue creando una preocupación. La desesperación general fue creciendo hasta que llegó incluso a algunos suicidios, la gente salía a las calles a saquear descontrolada. Por fin un grupo de personas volvieron a delimitar una línea, sin conocer en realidad cuál era el trazado correcto de la original, pero basto para reestablecer la calma. Y ellos fueron los encargados de mantenerla, al menos hasta que muriesen.

1 comentario

alberto -

Psicológicamente nos encontramos más cómodos con una norma que con la anarquía. No obstante, si una ley no tiene sentido, es mejor vivir libremente, sin ley.