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EL DECORADO - 1º PARTE: LA INTRIGA

Un día descubrió que el edificio de enfrente a su casa era un decorado. Y la gente que había visto alguna vez, descubrió que no eran verdaderos humanos, quizá se trataba de muñecos electrónicos, como en esos parques de atracciones. Hacían siempre los mismos movimientos, en el mismo orden y a las mismas horas; uno miraba por la ventana cada tanto, era un anciano de pelo blanco, otra que tenía aspecto de señora de casa, salía con una toalla enroscada en el pelo a colgar y luego a descolgar el mismo trapo, otro abría y luego cerraba las cortinas. Eran siempre la mismas secuencias. También notó que las paredes no eran de verdadero ladrillo, sino que simulaban serlo, pero en realidad era un gran muro de cartón pintado, y seguramente hueco.
Comenzó a preguntarse que habría realmente detrás de aquel decorado, que se escondía, ya que lo primero que supuso es que tanto misterio debía ocultar algo grande. Durante las noches algunas de las luces de las habitaciones se encendían y otras se apagaban, siempre siguiendo la misma rutina, y sabía que en realidad aquellas luces no estaban iluminando una habitación sino que se encendían solo para simular.
El edificio tenía seis plantas y una terraza, en todo el barrio no había otros edificios de esa altura, la mayoría llegaban hasta las cinco plantas. Sin embargo en su edificio había una antena que trepaba desde la azotea al menos un piso más. Esa noche decidió trepar a esa antena, para tratar de ver si realmente, detrás de la pared falsa, había algo. Esperó paciente hasta que oscureció, la luna iluminó su rostro cuando salió a la azotea, se aseguró que ningún vecino lo estuviera viendo y luego trepó. Desde arriba podía divisar con la claridad blanca de la luna el edificio de enfrente pero, para su decepción, no estaba hueco, sin embargo notó que aquel techo que apenas veía con claridad, no era una azotea como las otras, era prácticamente una plataforma, sin chimeneas ni escapes de aires, ni siquiera tenía el espacio para el ascensor. Era una superficie llana, que posiblemente cubría algo. Pensó que era lógico, ya que sino cualquier helicóptero o un avión que sobrevolase la ciudad vería lo que ocultaban allí. Ya no tenía otras alternativas, si quería desvelar el secreto debía intentar entrar en el edificio.

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