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Kosh

EL INMORTAL

El arqueólogo alemán Von Frausthen fue el que encontró el ataúd. Lo reconoció como un sarcófago de la dinastía Idriss, probablemente de algún noble del sequito del sultán. El resto del grupo se encontraba en las grutas de excavación de la zona cuatro, esperando hallar verdaderos tesoros conservados en el tiempo.
El profesor, utilizando su paciencia y su cepillo, limpió con cuidado toda la abertura, para que luego al abrir la tapa ésta no se partiera. Por fin se dispuso, con una barra con punta afilada, a abrir el ataúd. La sorpresa fue encontrar un cuerpo en tan perfecto estado de conservación, fue increíble, parecía recién sepultado.
Todo iba hasta que el cuerpo, de pronto, abrió los ojos. De inmediato el profesor retrocedió aterrorizado, entonces el muerto se levantó y comenzó a quitarse el polvo mientras maldecía. El profesor, que sabía perfecto árabe antiguo escuchaba: "¿a quién se le ocurre enterrarme, me puede usted decir?, no comprendo para que uno es inmortal si un idiota lo entierra cuando uno se duerme".
El profesor se quedo helado, paralizado de temor y sorpresa. "Si, usted dirá lo que quiera, pero ¿sabe lo aburrido que resulta estar mil años encerrado en una caja?, diga que al menos dormí bien, eso sí, estoy descansado, imagínese..." dijo riendo.
Von Frausthen abrió apenas la boca, como para decir algo, pero sus palabras se ahogaron en la nada. "bueno, discúlpeme que no me quede a charlar, no es que usted me caiga mal, al contrario, por fin logró liberarme, es que no quiero salir a ver el mundo, como andan las cosas. ¿En que año estamos?, es que ya perdí la cuenta".
Pero el profesor no lograba..., no le salía respuesta. "no se preocupe, que ya lo averiguo. Linda vestimenta, veo que las cosas han cambiado mucho, en fin, lo dejo, continué con su trabajo y cuente lo que quiera, que capaz que alguien le cree que existimos los inmortales, mejor no diga nada y ahórrese las risas..."
Diciendo esto el hombre se puso de pie y salió caminando como uno más, el profesor lo le siguió para verlo perderse hacia el pueblo donde se mezcló entre la multitud como uno más.
Pues Von Frausthen no supo que decir, y por las dudas no dijo nada, eso si, cambio su especialidad por la del estudio de las rocas, que ahí seguro que ninguna le daría sorpresas.

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