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CONTAR UNA HISTORIA

El padre se aproximó al escritorio donde, sentado de espaldas a su presencia y de frente a una ventana por la que observaba un espléndido atardecer entre las torres de la mezquita, su hijo se perdía en pensamientos.

- No logro concentrarme – le dijo el niño mientras dejaba descansar sus codos sobre el libro de historia para apoyar luego el mentón entre sus manos.

El padre apoyó la mano sobre su hombro con suavidad mientras, por un momento, su mirada también se perdía al otro lado de la ventana, en la puesta del sol entre las montañas, sobre un cielo de pinceladas rosas y nubes sueltas.

- Necesitas ayuda – preguntó, - recuerda que Alá el grande está contigo.

- ¿Quizás? – replicó tímidamente su hijo, - pero necesito ayuda humana.

- Veamos, ¿cuál es el problema? – se interesó en tono didáctico.

- No puedo con esta historia, es muy complicada y no entiendo.

El padre levantó el libro y lo observó de reojo mientras preparaba una respuesta, - no es difícil, pero para comprenderlo debes tener en cuenta que la historia es una secuencia de hechos a través del tiempo, y que están estrechamente ligados uno a otro, es más, son un solo hecho que el mismo hombre subdivide. Todo tiene su razón, su causa, su porque y todo tiene su cauce. Y la única desembocadura es el tiempo de hoy, que lo vivimos de acuerdo a los hechos del ayer.

- Así suena sencillo, pero otra cosa es estudiarlo y comprender cada suceso.

- Dicen que la historia se entiende mejor si la cuentan, por tanto si lo prefieres...

- Si, por favor – se apresuró a aceptar el chico.

Y el padre comenzó a contarle la historia...

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