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EL NAUFRAGIO DEL SAN JOSE

Dejadme contaros una historia sobre el galeón “San José” cuyo destino fue la perdición. Hallado año y medio después de salir de Manila, a mediados del siglo XVII fue encontrado a la deriva en las costas de México. Abordaron con cautela los que lo avistaron, para encontrar la tripulación entera muerta, cada uno en su puesto. Pensaron en piratas, pero la carga seguía intacta en sus bodegas, pensaron en motines, pero no había rastros de violencia en su borda, pensaron en enfermedades, pero los cuerpos no tenían síntomas de sufrimiento ni de contagios. El “San José” era un misterio. Sus marineros, se supo, murieron asfixiados, como si de pronto el aire dejase de haber estado en sus pulmones. Se calculó su ruta, de acuerdo a las anotaciones en los derroteros del capitán, que descansaban sobre la mesa como si apenas se estuvieran trazando, y se verificó el punto donde fue el incidente.
La expedición se realizó con el buque español “Nuestra señora de Lourdes” que partió sin escalas al sector del suceso. No era un barco militar y en su tripulación se concentraba más investigadores que tropas. Debieron evitar piratas holandeses e ingleses hasta que por fin alcanzaron las latitudes y longitudes deseadas. Pero nada encontraron, nada pasó, nada había más que agua de mar y cielo. Pasaron unos días sin saber que hacer hasta que decidieron volver, entonces a lo lejos sobre el horizonte vieron nacer una gran figura con la forma de un Tornado pero de color rojo. Imposible resultaba el rojo sobre el mar, por tanto era algo sorprendente.
La forma se acercaba y todos temieron peligro por lo que cambiaron el rumbo para escapar. Al principio el viento les jugaba en contra pero luego sopló y se pudieron alejar.
Nadie de los presentes se atrevió a describir lo que habían visto, declararon que el naufragio del “San José” había sido una extraña enfermedad tropical, y así se archivo.

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