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Kosh

LA PUERTA DE LOS PAISAJES

Abrió la puerta, esperando bajar al sótano del edificio, pero en su lugar encontró la entrada a un hermoso bosque de alerces, atravesado por una cascada de aguas cristalinas. Cerró de inmediato, como si se hubiera equivocado de puerta, pero no era así, no podía serlo, estaba en el sótano. Volvió a intentarlo y esta vez se encontró a orillas de un mar turquesa bajo un cielo despejado donde un puñado de gaviotas planeaba jugando con el viento. Cerró y abrió deprisa. Esta vez había un valle montañoso, cuyas cumbres se mostraban cubiertas de nieve blanca y pura. Volvió a cerrar y paso un momento con el picaporte entre los dedos sin hacer nada. Trató de desviar la atención, de pensar en otras cosas, pensó en su trabajo y trató de mantener la mente en aquello cuando lo intentó por cuarta vez. Esta vez vio la escalera oscura que bajaba hasta un espacio sucio y repleto de máquinas. –Por fin – dijo aliviado, creyendo un momento atrás que perdería el resto de la tarde tratando de encontrar el camino hacia el desperfecto. Bajó con su caja de herramientas y se perdió entre las tuberías, dedicándose a lo suyo.

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