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Kosh

EL CUADRO QUE MIRABA POR LOS OJOS (II PARTE)

Al salir me pregunté una vez más porqué había comprado aquello y solo me reconfortó mirar a mi lado a una dama de sombrero azul, con un loro, preguntándose lo mismo de su nueva adquisición. El color gris del cielo nublado parecía haberse resbalado sobre la ciudad mientras la tarde ensombrecía las calles por las cuales busque el camino a mi casa. El cuadro descansó recién en la sala de estar y, sin tiempo ni ganas para asignarle un lugar mejor, allí quedó olvidándose sobre el respaldo de un viejo sillón de dos plazas y apoyado sobre una pared cremosa. Antes de acostarme recordé el óleo y me dedique a buscarle su lugar. Lo encontré en un corto pasillo que unía mi habitación con la sala. Allí había un clavo sin dueño, como esperando un cuadro que por fin llegaba. Me detuve a contemplarlo un instante sin convencerme pero terminé por resistirme a la seria expresión del general y me fui a dormir.
Esa noche recuerdo que me dio sed. Me levanté y recorrí el pasillo hasta la cocina en busca de un vaso de agua. Hasta ese entonces no creía en las sensaciones sin fundamento, como la de estar siendo observado, pero entonces comprendí que aquella existía, pues sentí que alguien me miraba pasar... No había razones ni certezas, solo era lo que algún sector de mi mente me intuía a pensar. Miré hacia atrás para chocar contra la espesa oscuridad de una puerta cerrada que daba al baño y otra abierta a mi habitación, volví hacia delante para ver la sala proyectarse entre sombras descoloridas.
Nada...
Nadie...
Como era de esperarse.

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