POSADA DEL KM1347 (II PARTE)
Avanzó un hombre de pelo gris que vestía un traje tan descuidado como el hotel. Se aproximó como un sonámbulo hasta colocarse detrás del mostrador y preguntar que deseaba. Su voz sonó como la de un espectro, sin la menor radiación de vida en ella. Le pedí una habitación y se giró para entregarme una llave, la número 13, después me señaló la escalera y me indicó que era subiendo a la primera planta y a la derecha al fondo del pasillo. No dijo nada más, como si con eso su misión estuviese cumplida. Afuera se oyó un trueno y comenzó a llover. La escalera era de madera y se perdía en un abismo de oscuridad. Subí deprisa, temiendo que algún escalón pudiese desmoronarse a mis pies. La habitación tenía el mismo estilo que el resto del hotel, la cama parecía no haber sido deshecha durante años, los rincones se perdían entre el polvo y las telarañas, y los vidrios de la única ventana rectangular apenas permitían ver hacia afuera.
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