ESPERANDO UNA SEÑAL
Subió al monto y miró al cielo y se preguntó si es que existía algo, una fuerza, una señal. Pasaron cinco, diez, quince, veinte minutos y
nada, ni una sola muestra.
Insistió, se quedó dos, tres, cuatro horas y
nada, no llegaron signos de aquel ser superior que todo lo sabe y todo lo puede.
Se canso y bajo, dejando el monte en la soledad de la tarde que se teñía de noche con las estrellas.
Entonces, a sus espaldas y sin que pudiera percibirlo, una luz se hizo sobre el espacio donde había estado de pie mirando al cielo y, de la nada inundó aquel lugar de esperanza.
0 comentarios