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Kosh

HACERSE CARGO

Cada ser, en mayor o menor medida, debe tener una vida interna secreta, un misterio que a veces no se puede resolver, que se arrastra por el espacio y por el tiempo. A veces es perjudicial para el ser mismo y en los peores casos es también perjudicial para otros. Odio involucrar, odio lastimar, saber que no puedo dar lo necesario para hacer feliz a alguien, es un dolor penetrante en el centro de las costillas, un vacío en alguna parte del alma, una lágrima seca que nunca termina de caer.
Creía que Dios nos hace así, con capacidad para resolver algunos problemas y con defectos para otros, esos balances variados en cada ser son los que nos hacen diferentes y nos separan un largo tramo de la perfección. Por tanto así se debe vivir. Pero me dijeron que no culpe a Dios de mis problemas (bueno, tampoco a las hormigas, si es que veo alguna con cara de aceptar culpas). Para el caso da lo mismo, no importa quién cargue con el problema si el problema no se va. Al menos si se curarían los recuerdos, si lo bueno fuese malo, pero no es así. Y vuelven las noches hermosas de cabañas y de vinos, y los viajes.
¿Cómo se puede pensar tanto en lo mismo sin resolver nada? Tal vez cuando deje esta vida podré recién descubrir que era lo mejor, no para mí sino lo mejor para los demás. Quisiera no tener esta clase de problemas, quisiera poder levantarme cada mañana y sentir la paz, esa paz de quien tiene todo lo interno resuelto, esa paz que relaja los músculos de la mente, que les da un descanso. Pero no es mi caso, nunca es mi caso.

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