LAS PUERTAS DEL CIELO
Los niños jugando en el patio con las almas y los corazones. Y los padres mirando y recordando la luz que iluminaba sus vidas cuando jugaban. Es difícil y poco estricto recordar lo que pasó por detrás del tiempo, más fácil es ver las puertas del mañana, acercándose a la cripta, pensando en nuestras cenizas, el polvo al que se vuelve, pero es mejor mirar atrás.
Las olas recorren el mar hasta romper en la arena de las playas, los barcos marcan el desnivel del horizonte, los niños juegan con el agua y los padres miran y piensan en lo enorme que es el mar, y el cielo que esta arriba. No hay misericordia, se ven pequeños frente a una creación infinita, pero mejor mantener la mente en blanco.
Debe haber algo o alguien, un Dios tal vez, o alguien que nos dé algún día las herramientas para comprender porque pensamos, porque vivimos y donde vivimos. Deberíamos saber cuando y donde vamos a aprender lo que no sabemos, cuando podremos dar el salto y descubrir. Pero hay una flecha, una señal que indica la dirección, y al final están las puertas del cielo.
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