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EL SUEÑO DE LA CAMA PARTE II

Suspiré, o grité tal vez, no lo recuerdo bien, pero sí recuerdo que estaba seco, bueno, un poco sudado tal vez por la situación. Tenía las piernas aún dentro de la cama, pero estaba sentado, luego del salto que había dado mientras me despertaba. La habitación estaba en penumbras, aunque la luz de los faroles entraba por la ventana con la tenacidad como para darme cuenta donde me encontraba, y para darme cuenta que todo había sido un horrible sueño, más bien una pesadilla. Me costo unos segundos recordarlo, en armar las piezas de lo que había soñado, ya que es cierto que los sueños se olvidan con rapidez, descubrí que nunca había estado fuera, ni húmedo, sino durmiendo en mi cama. Pero entonces, decidí que no era suficiente, que debía encontrar el camino para entrar, no de esa forma, fácil. Decidí que ese desafío era mío, y que no me vencería.
Me recosté de lado, como más rápido sé que me duermo, y cerré los ojos, haciendo fuerza para volver a dormirme pronto y seguir soñando que estaba ahí fuera, y deseando no volver a despertarme, al menos hasta haber entrado a la casa y haber llegado a la cama.

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