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Kosh

MUERTE EN EL ALADERN

JC fue a abrir la puerta del baño, estaba trabada por dentro. Luego de golpear algunas veces se canso de esperar y decidió empujar un poco. La puerta se abrió y encontraron al Argentino, el cuál había bajado al baño luego de su tercer vaso de vino especial, con su propio facon de campo atravesado su pecho y un charco de sangre a su alrededor.
No gritó, solo retrocedió asustado, golpeando la pequeña biblioteca de ocupaba la pared de la escalera en el Aladern. – Chicos - , dijo por fin con una voz que él creyó normal pero que el resto interpretó como algo desvirtuada. El resto eran en ese momento, Gines Estela y Jesús que se cargaba el último trago de su segunda Voll-Damm. Bajaron curiosos sin imaginarse que se encontrarían con aquel horrible espectáculo.
Había una nota que decía: “yo nunca me pierdo”. Antes de llamar a la policía, y ya que el tema que se supone que se trataba aquella tarde (pues el tema nunca llegaba a ser más que un mal pretexto) era sobre los cuentos policiales y, sobre todo, de detectives y casos donde se debía resolver una muerte, que mejor que hacer ellos mismos de protagonistas para dilucidar aquel extraño suceso.
Gines y Estela se dedicaron a evaluar el mensaje mientras JC recorría el baño y el cuerpo en busca de otras pistas, pero no halló ninguna, por ende la nota era la única herramienta para resolver el caso, y aunque no era mucho creyeron que podía ser suficiente. El asesino había aprovechado cuando la víctima salía para sorprenderlo, empujándolo hacia adentro ayudándose con la puerta. En las manos del cadáver se olía el perfume de jabón.
A partir de lo escrito dedujeron que el asesino sería alguien que había sido protagonista en sus cuentos pero al mismo tiempo era una persona real. Aquella era una mala costumbre del difunto, al menos se convirtió en mala desde que le costó la vida.
Encendieron su notebook, la cuál había traído aquel día del trabajo, para encontrar, luego de explorar un largo rato los archivos, en una carpeta escondida, todos sus cuentos. Las siguientes horas se las pasaron leyendo uno a uno y anotando todos los posibles sospechosos. Una vez terminada la lista comenzaron por el único presente: Gines, que estaba como personaje secundario en una obra que, por supuesto, nunca llegaría a publicar el autor, al menos con vida. Por supuesto que nadie creía que haya sido él, pero había que quitar todas las dudas por lo cuál analizaron los sucesos. Gines había estado todo el tiempo en la mesa, por lo cuál se debía excluir.
- Momento – dijo JC señalándolo, - Gines llegó tarde, en más, llegó cuando el muerto estaba en el baño, por ende puede haberlo asesinado en el recorrido desde la puerta hacia aquí – dedujo inteligentemente.
- Es cierto – asintió Estela para luego agregar, - sin embargo yo lo vi entrar, recuerdo que oí sonar las campanillas de la puerta y era Gines que entraba, también recuerdo perderlo de vista, oír el ruido de sus pasos subiendo la escalera y verlo luego aparecer aquí, por lo que es imposible que en ese tiempo haya cometido el crimen – completó.
- Pero, ¿si entró en silencio y fue al baño a asesinarlo y luego salió y volvió a entrar haciendo sonar las campanillas? – argumentó Jesús señalando la acción con sus pulgares.
Meditaron un rato hasta que JC halló la manera de exculparlo. – Gines, intenta pasar por la puerta sin hacer sonar las campanillas.
Fue suficiente, por un lado reconocieron que era imposible que pasara por ahí sin hacer ruido, y por otro que debía bajar de peso.
- ¿Quién es el siguiente en la lista? -
- Son muchos, nos pasaríamos toda la noche, mejor llamar a la policía – propuso Estela mirando la lista.
- Al menos intentemos elegir a uno más – insistió Gines tomando el papel con nombres.
- Hay un sacerdote de Banyoles, un niño, un bibliotecario de Barcelona, la secretaria de una empresa, un taxista, un informático...
- El taxista – gritó JC. – ¿A qué cuento pertenece?.
- Estela tomó la notebook y buscó, a partir del título escrito a un lado del nombre, el cuento del taxista. – en el cuento el protagonista sube a un taxi y se pierden por la ciudad.
- Tiene que ser él – afirmó Jesús.
- Deberíamos dedicarnos a los crímenes – propuso Gines.
- Escribamos un para la próxima uno de este estilo misterio – propuso JC entonces.
Todos asintieron y luego se generó un silencio, todos pensaron en lo mismo: él ya no podría participar: - Bueno, pero al fin y al cabo ya tiene uno del estilo terminado.

2 comentarios

JC -

Muy bueno :_) Eres el rey, Kosh

Ah! Lo que más gracia me ha hecho a mí es imaginarme a mí mismo diciendo:

- MOMENTO – dijo JC señalándolo, - Gines llegó tarde, EN MÁS, llegó cuando el muerto estaba en el baño, POR ENDE puede haberlo asesinado en el recorrido desde la puerta hacia aquí.

ginés -

No sé si me halaga o me preocupa ser el primer sospechoso...