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LA SOMBRA (VIII PARTE)

Joan y Oriol eran de los tantos pescadores que conocían a la perfección los lugares donde sacar las presas más grandes. Esa noche estaban pescando bajo el bello manto blanco de la luna que cubría la superficie del lago mientras observaban con recelo las luces de la villa del lado opuesto.
El lago de Banyoles se alimentaba de aguas surgentes y se encontraba a ciento setenta y cinco metros sobre el nivel del mar. La posición de aquellas extensiones representaba el control de la industria de pesca y los regadíos de la comarca. Desde el siglo XIV el Abad había prohibido pescar sin su permiso y cobraba censos para quién utilizara el agua en molinos y riego, aunque, en realidad este monasterio hacía, mas que de dueño, de mediador entre las dos villas cercanas, las cuáles defendían a regañadientes ser las propietarias de las cristalinas aguas. Por un lado estaba la villa de Banyoles, del lado oeste del lago, y del lado opuesto se encontraba la villa de Turers. Eran pequeños poblados donde todos se conocían. Cuando el monasterio no era suficiente para controlar el enfrentamiento existente, producto de la competencia por las aguas, debían buscar ayuda externa. En una ocasión habían pedido arbitrio del rey, el cual debido a que su único objetivo era obtener mas ingresos, ofreció entregarlas al mejor postor. Este gesto acrecentó la rivalidad en lugar de reducirla. La lucha llegaba al punto de crear odios entre las villas, las cuales comenzaron a distanciarse. El monasterio trató de controlar las disputas y estableció leyes para no construir más molinos de harina y se esforzaba por que el agua fuera bien distribuida, pero el enfrentamiento de las dos aldeas parecía cada vez más difícil de evitar. Finalmente con los monjes mediando se convocó una reunión en la que se apaciguaron los ánimos, pero la tensión se mantendría y el alejamiento de ambas partes era palpable. Nadie de un lado del lago se atrevía a visitar el otro y los caminos para acceder no se unían hasta casi la entrada de Girona. No había comunicación ni comercio entre ambos poblados y cada uno de ellos comenzó a tener sus propios negocios, existiendo así una herrería y una carpintería en cada pueblo y aumentando de esta forma la competencia entre ellos.

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