LA MENTE CRIMINAL
Había planeado como un artista del crimen cada uno de los actos, fueron cinco víctimas, y en cada escena había dejado pistas que los detectives analizaban sin respuestas. Tenían el perfil, sabían que era, como toda mente desquiciada, alguien que en el fondo, en lo más profundo de su ser, quería ser atrapado. Pero también sabían que les restaba tan solo una oportunidad, ya que el asesino se había centrado su obra alrededor del seis, el número de la bestia. Pero cuando completó el último acto, acabando con esa sexta víctima, cuando todo cerraba y apuntaba hacia un hombre que tarde o temprano sería desenmascarado, entonces apareció un tercero, alguien que aguardaba para hacerse con toda la fama. Habiendo estudiado las escenas, habiendo estudiado al asesino, y con una mente igual o peor de enferma, tomó su lugar, y la policía lo atrapó. Las confesiones fueron rápidas, explicó sus extraños motivos y se reunieron las pruebas para inculparlo y condenarlo.
Y así fue como el caso quedo cerrado, el hombre se hizo tristemente famoso, pero el verdadero asesino estaba suelto y sufriendo que su obra había sido atribuida a otro. Un día, furioso, se presentó a la policía y dijo que el era el verdadero asesino, pero estos no le creyeron, dejándolo de por vida con la amargura de vivir en el anonimato.
Y así fue como el caso quedo cerrado, el hombre se hizo tristemente famoso, pero el verdadero asesino estaba suelto y sufriendo que su obra había sido atribuida a otro. Un día, furioso, se presentó a la policía y dijo que el era el verdadero asesino, pero estos no le creyeron, dejándolo de por vida con la amargura de vivir en el anonimato.
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