Blogia
Kosh

EL CANTO NOCTURNO (VII PARTE)

Cuando volví a mi casa mi esposa me preguntó qué había dicho el vecino. Le respondí que no había oído ni visto a nadie, pero que algunas noches pasaban chicos que volvían de la ciudad y a veces se detenían a tomar cervezas y a hacer ruido. Me creyó. No quería decirle la verdad porque querría irse, y yo quería aquella casa y no me pensaba dejar asustar por una leyenda sin explicación.
Esa noche me quedaría en la habitación, pero mirando hacia el jardín, no perdería de vista el árbol. Cayó el sol, y la noche fue desvaneciendo el jardín, haciendo de éste un lugar de oscuridad. El tiempo circulaba y no pasaba nada, el aburrimiento convocó al sueño que volvió a vencerme, para despertarme una vez más, en un tiempo indeterminado, por un ruido suave y lejano, un canto.
Miré hacia el jardín, y vi algo, que tardé en reconocer. Era la figura de una niña de vestido blanco, pálida, apenas hamacándose sobre el neumático. La imagen parecía reflejarse contra el tronco del árbol, como si fuera transparente. Tenía el cabello claro y la mirada perdida en su canto. De pronto desapareció, junto a la canción, abandonando en soledad al silencio de la noche.

0 comentarios