Blogia
Kosh

LA SOMBRA (XVIII PARTE)

Albert Taulet se recostó exhausto después de un largo día. A la mañana siguiente lo levantó un monje anunciando la llegada de Emilio Díaz de Vivar, un emisario español que representaba al vaticano en los temas referentes a la Congregación para la doctrina contra los espíritus del mal. Al oír esto el sacerdote se alegró – al menos sabré que significa esa extraña sociedad – pensó mientras se preparaba para bajar a tomar el desayuno con el emisario recién llegado.
Encontró al hombre de pie en el refectorio, admirando los cinco cuerpos del retablo de Santa Maria o de Nostra Senyora de l'Escala.
- He oído hablar mucho de esta obra – le dijo al ver que sería interrumpido.
- ¿Sabe usted de arte? – preguntó Albert.
- Estudié en Italia, y al tratar el gótico hablamos de Joan Antigó. ¿Sabe que este retablo fue encargado por el Abad Pau por doscientos florines? – le comentó buscando su sorpresa. Pero Albert contaba con la virtud de apreciar el arte por lo que se remitió a negar con la cabeza.
- Mi nombre es Emilio Díaz de Vivar – soy originario de Miranda del Ebro, aunque sirvo desde hace varios años a la santa sede. Estoy aquí por el tema que nos concierne de la sombra.
Es la primera vez que Albert Taulet oía nombrar a la extraña figura que había visto con un nombre. Parecía saber muy bien a qué se enfrentaba, lo cuál tranquilizó un poco al sacerdote. Desayunaron y luego se reunieron en la sala capitular y se sentaron en torno a una bella mesa de nogal frente al fuego de una hoguera.
- Le interesará saber a qué se enfrenta, me imagino.
- De verdad que sí.
- Cuénteme primero si la ha visto y qué sabe.
- Poco. Fui convocado por la muerte de un monje, pero desde el principio todo era muy extraño. Ayer siguiendo el rastro del lugar donde habían hallado el amuleto que se encontraba en el lugar del crimen encontré una caverna, y al salir me topé con aquella figura. Me escondí en lo oscuro y no me vio. Luego en el camino de regreso unos pescadores quisieron apresarme acusándome ser del otro pueblo y apareció tras ellos y los consumió. No vi demasiado porque huí de inmediato, pero fue como si hubiese contraído sus cuerpos hasta vaciarlos.
- Intrigante.
- Dígamelo a mí. ¿Y usted qué sabe del asunto?.

0 comentarios