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EL CODIGO DE LOS MENSAJES

Eran tiempos de silencio de voz, y no se supo bien como fue que las cosas terminaron de esa forma, pero las costumbres hacen a la sociedad y la sociedad a sus leyes y estas decían que no se podía volver a utilizar el habla, solo los mensajes. El imperio cayó en una absurda dictadura y todos los ciudadanos acataron la ley y vivían contentos y fieles, acostumbrándose a ser felices con lo que había. Estaban quienes lo eran realmente, porque amaban la lectura, pero no dejaban, en lo profundo de sus corazones, de añorar los tiempos de habla. Incluso los pocos que se mantenían rebeldes, afónicos por la falta de uso de sus voces, comenzaron a centrarse en los mensajes para llegar algún día a hablar otra vez. Otros tantos no se sublevaban por principios, ya que les habían enseñado desde siempre que no podían decir nada, que estaba mal y por tanto, sin cuestionarse el porqué, acataban.
El conflicto, como siempre, lo desató lo más insignificante, dicen algunos que se discutía por una chaqueta perdida quien sabe donde, quien sabe porque, pero para ello era necesario utilizar la palabra, hablar con verbos, decir mucho más que un resumen. Y así estalló la revolución. Se sabe que es solo una leyenda, como el ave que voló sobre el ejercito de Atila y le dio la victoria por todo el norte de Italia, o el ejercito de Aníbal, que atravesó el pantano del Ebro flotando en las aguas, o tantos guiños de la historia de una humanidad dispuesta a la fantasía y al milagro.
A ciencia cierta no se sabe el resultado de aquella revolución, el destino quería que la historia no supiese dar la respuesta a algo imposible, porque la respuesta estaba en el alma de quienes compartían los mensajes, de quienes tenían el poder de cambiar, de derrocar el reinado del silencio e imponer un nuevo estado, donde los protagonistas de la historia se juntasen en torno a una mesa a expresar, con palabras, lo que no hay forma de decir con mensajes...

1 comentario

Anónimo -

A veces las palabras no son capaces de romper el silencio del alma, solo Atila con su ejército puede conquistar un corazón devastado...:)