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Kosh

EL CUADRO QUE MIRABA POR LOS OJOS (VI PARTE)

-¡No es posible! –exclamé en la soledad del salón. Pero quizás lo era, tal vez aquel visitante resultaba un fantasma ofendido por la forma con la que traté su obra. En tal caso lo correcto hubiese sido aclararle: -el problema es que me asustan los fantasmas.
¿Qué habría hecho entonces?. Aquella noche dormí con la puerta cerrada, y me costó mucho conciliar el sueño.
No sé que hora era, pero estaba todo oscuro, cuando creí sentir pasos en el pasillo. Me desperté de inmediato, esperando que fuera una vez más el vecino de arriba, que solía salir de copas y volver ebrio, haciendo ruido e interpretando penosamente alguna canción pasadas las tres de la madrugada. Pasé un largo rato escuchando el silencio. Hasta la ciudad parecía haberse callado, pendiente de lo que ocurría en mi pasillo.
De pronto un golpe seco sacudió la puerta de la habitación. Me estremecí en el pánico y sentí como mis piernas se juntaban a mi pecho, como un gato que se encoje al verse acorralado.

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