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EL REY DIOS VISIGODO

En tiempos de los Teudiselo, uno de los tantos reyes de las nuevas tierras bárbaras, de nombre Teudico, gobernaba un pequeño reino de montañas. Convertido al cristianismo como sus ancestros, al entrar en el desmembrado imperio romano, el rey creía firmemente en la salvación mediante las obras de bien. Pero un día, en una charla amena con sus consejeros, estos le preguntaron sinceramente, porque si existe un Dios, éste no muestra claras señales de su existencia, Se dice que Teudico se puso de pie y salió del salón, y que los consejeros temieron haberlo ofendido. Al día siguiente Teudico salió de su castillo y convocó al pueblo para leer las nuevas leyes que había escrito, comenzando como siempre sus discursos: "pueblo, con el poder directo que Dios me ha dado les digo..."
Las nuevas leyes eran tan inusuales que tardarían meses en comprenderlas. Ordenaba a todos los habitantes del reino a "ser buenos", de lo contrario serían encarcelados "por su propia elección de hacer el mal y no el bien". Desde aquel momento, cualquier súbdito que demostrase no ser una buena persona, de corazón amable, generosa y caritativa, iría a la cárcel. Para poner en marcha su plan utilizó su ejercito vestido de campesinos, que estando en todos los rincones serían los ojos del rey. Así fue como Teudico se convirtió en lo más parecido a Dios cristiano en la tierra.
Se volvió a juntar con sus consejeros y les dijo: "decidme ahora quienes: ¿son los buenos, que merecen el cielo por haber elegido libremente la senda del bien, y quienes son los malvados que libremente eligen la senda del mal?".
Entonces salieron a la calle a observar al pueblo, y tanto los buenos como los malvados hacían el bien el bien, o eran encerrados. A los buenos esto no les resultaba difícil, ya que habían sido así por siempre, y los malos sí les costaba, pero actuaban bien por no ser condenados.
"No podemos saberlo" dijeron. "Todos actúan por temor a las consecuencias..."
"Eso es porque me he convertido en un tirano, robándole a las personas la opción de obrar libremente... Eso es lo que sucedería si Dios deja de ser un misterio y se hace presente".

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