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EL CANTO NOCTURNO (II PARTE)

- Si, ¿qué puede ser? – pregunté tanto a mi esposa como a mí mismo.
- No lo sé.
Se mantuvo un largo y tenso silencio, ya no se oía el canto, no se oía nada, como si el bosque entero hubiese desaparecido.
- Baja a ver – propuso mi esposa.
Tardé en reaccionar, en ese tiempo pensé que debía hacer al respecto. Por fin decidí que aquel sonido debía tener una explicación lógica y concordé a la realidad, entonces me animé a salir de la cama y bajar. El hall de entrada, donde terminaba la escalera, estaba inmerso en la penumbra. Busque en los rincones, entre las sombras y en donde se podía ver algo que se moviera, algo que pudiera cantar, reconozco que fue sin ánimos de encontrar nada, incluso deseando no encontrar nada, y así fue, no había rastros del origen del sonido.
Volví a la cama y dejé que el sueño me permitiese olvidar lo sucedido, aunque no fue así.

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