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Kosh

REENCARNANDO HASTA HACER LAS COSAS BIEN

Escribía una carta en tinta roja. Debería contarles sobre mis sueños, sobre mi esperanza de alcanzar el cielo, aunque cada vez este más lejos de mis manos.
Era un marinero, fui pobre y fui rico y volví a ser pobre otra vez, asi era la vida en la edad en la que viví, por eso pidí reencarnar, para volver a vivir y tener la oportunidad de ver el cielo, pero ahora la cosa esta peor. ¿Como podía saber que estaba haciendo el mal una vez más?. Las almas que arrebaté de vida eran las más nobles, nadie debería llorar por ellas sino alegrarse porque van a ir donde yo no puedo ir.
Ahora necesito alguien que me salve, alguien que me ilumine, que me recomiende, pero no esta mi nombre en ninguna lista.
Es igual, algún día tendré que aprender el buen camino y encontrar la salvación, creo que reencarnando una y otra vez la vida correcta alguna vez llegará.

RELATO DE LOS CXII JUEGOS DE MAGIA (II PARTE)

Los Incas sumaron luego un punto al hacer aparecer a un ángel traído del cielo. El ángel se mostró sorprendido al verse en aquel concurso terrestre y se volvió protestando al cielo. Los druidas al ver la acción no presentaron respuesta prefiriendo pasar de etapa.
En la siguiente ronda los druidas trajeron a un Ouranosaurus de la prehistoria y se llevaron el punto frente a la reproducción real de la pirámide de Keops que los Incas edificaron con piedras de la ladera en dieciocho minutos.
Parecía todo resuelto para los Incas pero los druidas lograron congelar el tiempo, dejando solo a los jueces y a sus rivales en movimiento temporal para que pudiesen comprobar el universo estático que habían logrado. El marcador quedo empatado.
El punto final, como decían las reglas, debía disputarse en el plano. Un representante de cada equipo y un juez pasaron entonces a dos dimensiones, quedando sus estructuras moleculares y sus almas reducidas a dos ejes. El público pudo seguir la final como si fueran una pantalla plana. Los participantes tomaron sus posiciones encarnándose en dos ladrillos planos y, dentro de las dos líneas rectas paralelas, definieron al mejor de siete jugadas en el ping-pong con un punto que aceleraba con cada golpe. Los reflejos de los Incas se impusieron y se llevaron el primer premio.

RELATO DE LOS CXII JUEGOS DE MAGIA (I PARTE)

En la montaña quedaban dos tipos de magos, estaban los druidas Blancos y los Incas de Chamalseco. Los primeros vivían poco ya que practicaban magias peligrosas y contaminantes, utilizando muchas veces la fuerza vital de sus propias armas para llevarlas a cabo. Los Incas en cambio extirpaban la magia de la atmósfera, pero en cambio tardaban mucho en recargar sus fuerzas y, por tanto, luego de ejercer una fuerza mágica, podían pasar dos o tres días hasta que pudiesen repetirla.
El concurso de magos que se celebraba cada ocho años en la cima del Jengish Chokusu, organizado por las tribus de Yarkant, los tuvieron como protagonistas en el año mil exactamente. Fue de las competencias más duras que se tiene registro en los libros. Los de Chamalseco comenzaron la final produciendo en el Pacífico sur un embudo de agua que perforó el fondo del océano, fue una demostración que les costo cuatro días de reposo a sus participantes. Los druidas se concentraron hasta lograr hacer crecer en minutos un hermoso bosque de robles que alcanzaban los treinta metros en aquella cumbre nevada donde se encontraban. Los jueces le dieron los puntos a los segundos ya que ejercían influencias sobre la vida mientras que los Incas lo hacían sobre el reino mineral. Dos druidas se enfermaron por la obra mágica y debieron abandonar.

LAS PUERTAS DEL CIELO

Los niños jugando en el patio con las almas y los corazones. Y los padres mirando y recordando la luz que iluminaba sus vidas cuando jugaban. Es difícil y poco estricto recordar lo que pasó por detrás del tiempo, más fácil es ver las puertas del mañana, acercándose a la cripta, pensando en nuestras cenizas, el polvo al que se vuelve, pero es mejor mirar atrás.
Las olas recorren el mar hasta romper en la arena de las playas, los barcos marcan el desnivel del horizonte, los niños juegan con el agua y los padres miran y piensan en lo enorme que es el mar, y el cielo que esta arriba. No hay misericordia, se ven pequeños frente a una creación infinita, pero mejor mantener la mente en blanco.
Debe haber algo o alguien, un Dios tal vez, o alguien que nos dé algún día las herramientas para comprender porque pensamos, porque vivimos y donde vivimos. Deberíamos saber cuando y donde vamos a aprender lo que no sabemos, cuando podremos dar el salto y descubrir. Pero hay una flecha, una señal que indica la dirección, y al final están las puertas del cielo.

LAS VENTAJAS DE VIVIR EN JUPITER O SATURNO

Si viviéramos en Júpiter, o en Saturno el día sería casi el doble de largo que en la tierra. Por tanto esta claro que sobrarían bastantes horas. La jornada de trabajo no creo que se pudiera extender ya que el cuerpo o la mente del trabajador tienen el mismo límite. Lo mismo sucede con las horas para dormir, el cuerpo más o menos dormiría las mismas horas, por tanto esta claro que sobraría ese “espacio temporal” que nos pertenece, ese que se encuentra entre el trabajo y el sueño, sea por la mañana, tarde o noche. Se deberían crear nuevas actividades para la gente que se aburre fácil, nuevos deportes quizás, o mejores pasatiempos, los programas de televisión deberían ser más largos y entretenidos, las películas también. Se podría salir todos los días ya que da tiempo para dormir luego. Habría que crear una nueva comida entre comidas, sino se pasaría hambre. Creo que cambiarían muchas cosas.
En fin, lo bueno de vivir en Júpiter o en Saturno sería que tendría actualizada mi blog todos los días o al menos no me pasaría lo que me esta pasando estas semanas.

EL NUMERO DEL PRINCIPIO

¿El universo tendría una mezcla de colores claros y brillantes como “dicen que dijeron” los científicos antes de morir?. ¿Estaría repleto de escenas de mundos que se acercan y alejan?.
Había estado por fin todo descubierto, no había secretos que desvelar. La clave de todo estaba en los números irracionales. Cuando se gestó el primer ordenador que podía descifrar los confines que esconden estos números se vieron las conexiones entre ellos en puntos definidos que terminaron por unirse en uno solo: el principio de todo. Leonhard Euler había escrito sobre -como lo llamo él- el número del principio, pero sus escritos, dictados a su hijo mayor cuando ya Euler era ciego, nunca fueron publicados.
El número del principio intentó publicarse pero desapareció misteriosamente. Los científicos que lo habían descubierto perdieron el juicio y se suicidaron, el ordenador que almacenaba la información se autodestruyo. Pero el ser humano no se da por vencido y terminará por descubrirlo.

LA CHICA DEL BAR

Miré a la chica aquella y me sonrió mientras pestañaba de forma continua y seductora. Ella cree que la seguiré mirando, por eso quitaré la vista, miraré a la barra, al vaso. Jugar con los hielos es tan agradable como ir de pesca, pero es mejor centrarse en sus ojos. Miro una segunda vez y no esta, no se porque la perdí de vista Busco alrededor evitando demostrar que busco. Tal vez me esta observando y me ve. Tal vez es solo mi paranoica imaginación, la que brilla con historias como que en aquel instante alguien me toca el hombro y al girar vuelvo a ver el pestañeo frente a mí, me estaba buscando.
Pero la realidad es mas divertida, tiene también derrotas y tiene también intensidad. La encuentro cerca de una columna. Pienso que las columnas y la gente que uno busca en lugares cerrados suelen atraerse. Pienso que no debería estar pensando en tales teorías y que debería centrarme. Creo que vuelve a mirarme pero no estoy seguro, quién puede estarlo con esas luces que se encienden y apagan sin cesar. Me acerco lo suficiente, entonces confirmo que no es ella, que es otra, sin embargo me mira, sonríe y hasta creo que también pestañea. Miro al vaso en busca del maldito hielo pero esta vez no me ayuda, ya se consumió. Voy en busca de más.

MAS RAPIDO

La carrera avanza y avanzo, sigo adelanta. Y tropiezo, me levanto y sigo, y sigo. Tratando de correr lo más rápido que pueda, tratando de no perder de vista el camino, de no pasarme. En las subidas soportar el dolor de las rodillas, en las bajadas intentar amortiguar los golpes de mi cuerpo. Es gracioso imaginarme visto desde afuera, verme sufrir desde el punto de vista de un espectador, bebiendo una cerveza sentado. Y todo lo que quiero es descansar, detenerme. Sin embargo intento ir más rápido, intento dar más, buscar fuerzas, forzar los músculos. Después de todo es lo que se hace cuando se corre, ir hacia delante buscando el final. No miro si hay rivales, no se si los hay, pero da igual, aunque este solo puedo estar perdiendo, puedo ser vencido, por eso no debo detenerme, por eso debo seguir.

HACERSE CARGO

Cada ser, en mayor o menor medida, debe tener una vida interna secreta, un misterio que a veces no se puede resolver, que se arrastra por el espacio y por el tiempo. A veces es perjudicial para el ser mismo y en los peores casos es también perjudicial para otros. Odio involucrar, odio lastimar, saber que no puedo dar lo necesario para hacer feliz a alguien, es un dolor penetrante en el centro de las costillas, un vacío en alguna parte del alma, una lágrima seca que nunca termina de caer.
Creía que Dios nos hace así, con capacidad para resolver algunos problemas y con defectos para otros, esos balances variados en cada ser son los que nos hacen diferentes y nos separan un largo tramo de la perfección. Por tanto así se debe vivir. Pero me dijeron que no culpe a Dios de mis problemas (bueno, tampoco a las hormigas, si es que veo alguna con cara de aceptar culpas). Para el caso da lo mismo, no importa quién cargue con el problema si el problema no se va. Al menos si se curarían los recuerdos, si lo bueno fuese malo, pero no es así. Y vuelven las noches hermosas de cabañas y de vinos, y los viajes.
¿Cómo se puede pensar tanto en lo mismo sin resolver nada? Tal vez cuando deje esta vida podré recién descubrir que era lo mejor, no para mí sino lo mejor para los demás. Quisiera no tener esta clase de problemas, quisiera poder levantarme cada mañana y sentir la paz, esa paz de quien tiene todo lo interno resuelto, esa paz que relaja los músculos de la mente, que les da un descanso. Pero no es mi caso, nunca es mi caso.

LA PIEL DEL LEON

Como el cazador que desgarra la piel del león en busca de una excusa para escapar de su propia miseria. Los recuerdos se clavan como una lanza en tu alma y dejan una herida que no se puede curar. Es tan fácil perder la razón cuando la luna brilla mas que el sol, no sabes lo que es perder el control y que tus manos tiemblen al ver como la vida te traiciona y la esencia se escapa de entre tus venas.
Estábamos juntos sentados en la montaña mirando morir al sol, pero aquella tarde nunca volverá, el tiempo no da segundas oportunidades, el tiempo no tiene piedad. Ayer fue tu lobo, hoy es tu perdición.
Entre los bares buscas el perdón, pero no es de nadie el don de perdonar sino es un pecado, sino hay mal que matar. Es tu ser que trae una y otra vez los momentos y todo lo que no se puede revivir, el pasado se destruye y las imágenes de tu mente se desarman como las nubes del cielo y por más que las intentes juntar se van esparciendo, desvaneciendo hasta abandonarte.
Por eso a veces aún te preguntas quien puede ser tan cruel de hacernos vivir en un mundo así.

LA SOMBRA DE LA CALLE

Iba caminando cuando descubri que había una sombra en la calle. Era muy extraña porque no había luz, ni reflejos ni nada que la proyectase. Me pareció que era el único que lo notaba. La gente pasaba sobre ella, desinteresada y pensando en sus cosas pero nadie se detenía a observar el fenómeno. Pensé que debía avisarle a alguien aunque no sabía como o a quien. Decidí esperar, pasaron unos quince minutos y la sombra se fue desvaneciendo hasta desaparecer por completo. Respiré aliviado y continué mi camino.

RUIDOS EN LA ESTACION

Se había cumplido el décimo mes de revisiones cuando comenzaron los hechos extraños. Nuestro trabajo en la estación era revisar el sistema de control de los movimientos entre ubicaciones, comprobar los paneles, el motor central y la estructura externa. La estación era la L-51 y había orbitado la luna durante los últimos ocho años. Se trataba de un gran galpón con una cabina central. Pertenecía a una empresa logística y se utilizaba para el almacenaje de piezas para la construcción y repuestos de otras estaciones lejanas. Una vez por mes lunar una nave no tripulada traía provisiones y materiales para almacenar y retiraba de ubicaciones automáticas otras mercancías, así todo funcionaba sin la intervención del hombre salvo cuando requería una revisión, como era el caso que nos llevó hasta allí. La alarma había sido una incidencia con una ubicación de almacenaje que el panel de control indicaba como fuera de funcionamiento. Durante la revisión se había comprobado que se trataba de un fallo en la carga del último paquete de piezas que no había pasado la línea de cerrado automático. Todo iba bien hasta que el eterno silencio del cosmos se quebró con un sonido metálico, como un choque contra la estructura exterior, cerca de los generadores de oxígeno, luego se oía un sonido que parecía por momentos humano, era como un lamento perdido entre los pasillos del depósito. Nadie se animó a bajar, se suponía que era una zona prohibida y que si llegase una nave robot a descargar o cargar podría ser peligrosa. Al final bajó el comandante del grupo pero no encontró nada extraño. Aún quedaban dos días para que la nave de recogida nos llevase a la tierra, los ruidos en el casco aumentaban, ahora parecían más inhumanos. Nos refugiamos en la cabina y pusimos música para olvidar aquel misterioso sonido. Pasó el tiempo y llegó la nave, entonces el sonido cesó y nunca más volvió a escucharse. No supimos como explicarlo a nuestros jefes y por eso intentamos olvidarlo. Me enteré que mis compañeros habían pedido que los enviasen nuevamente a aquella estación, descubrí entonces que allí sucedería algo malo, algo que los atraía y que no les permitía escapar. Hoy sacaré el pasaje yo también, para ir a ver que es.

DEMASIADO TARDE

Otras veces había visto las cosas distintas, pero ese día todo cambio y comprendió por fin lo que hacía muchos años que le venían diciendo, claro, para ese entonces ya era demasiado tarde y no pudo cambiar las cosas.

EL PERRO DEL PUEBLO

Todos los pueblos tienen su perro, que no es de nadie y es de todos, que pasea y vaga por las calles soleadas en verano y se refugia en los zaguanes en invierno, que alegra a los niños y hace compañia a los ancianos, que ve el paso del tiempo de la forma que ve las cosas la naturaleza, una visión diferente a la de los hombres. Pero en mi pueblo este perro era diferente, era una cruza rara de pelo negro y ojos marrones como la tierra. Su mirada entregaba una paz misteriosa a quien, desinteresado, se acercaba a darle una suave palmada. Caminaba lento y pausado de puerta en puerta por la calle principal, mas que investigar lo hacía de rutina, como si fuera parte de su profesión canina, un contrato implicito con el pueblo, con sus habitantes. En las fiestas comia bien y cuando no había nada revolvía algúna basura. Pero, como decía, era especial, todos lo sabían pero nadie comentaba nunca sobre esa distinción, a pesar de lo que se habla en las comunidades pequeñas sobre todo. No se veía a simple vista, era como un don mágico, un poder cautivador que atraía, que parecía leer las mentes de quienes lo observeban, el poder estaba en su mirada.
Un día desapareció. Algunos dicen que lo vieron alejarse por la calle principal en dirección a la ruta, otros que se había perdido en los campos. Desde ese día el pueblo perdió algo más que un perro, perdió una fuerza invisible que irradiaba vitalidad, que mantenía con vida las calles durante el día y por las noches. Desde entonces comenzó el éxodo, la gente fue lentamente migrando hacia otros lugares hasta que terminó por quedar un lugar fantasma, abandonado.
He vuelto para ver lo que quedo del pueblo, de pie en la calle principal, entre la paz y la soledad que ahora reinaban en ambiente, y entre las sombras de los árboles frutales, sé que vaga un espiritu especial, de pelo negro y ojos marrones.

EL NUMERO DE LA SUERTE

"Si lo encuentras tendras todo lo que desees, lo que sea. Solo debes escribirlo y lo que pidas se hara realidad". Lo había leído en las páginas de unas viejas escrituras. Paso el resto de su vida en busca de aquel número, investigando manuscritos, descifrando claves, buscando documentos antigos. Por fin lo encontró, era una ecuación simple, pero el resultado fue un numero periódico, y jamás terminó de escribirlo.

LAS ENTRAÑAS DE SU CEREBRO

No podía entenderla, no había forma de comprenderla, entonces decidió hacerse parte de ella, entrar en su cerebro. Estaba durmiendo y la miro a su rostro, permaneció concentrado intentando penetrar en sus secretos, en sus pensamientos, en todo lo que pudiera pertenecer a ella, en su alma. Pasó mucho tiempo del que no sabría calcular pero en un momento, cuando creyó que estaba siendo atraído por un somnífero deseo de dormir y su mente comenzaba a trazar el camino de los sueños, sucedió que una fuerza desconocida lo arrastro como una cascada de energía hacia su interior. De pronto Se vio envuelto en un rojo sangre, las paredes estaban llenas de un líquido viscoso y había columnas de una sustancia esponjosa repleta de poros. Era una especie de sala con muchos pasillos que se abrían como un laberinto. Decidió recorrer un poco, caminó sin destino, solo observando lo que había a su alrededor. Por fin encontró una luz, provenía del fondo de un pasillo largo y estrecho. Lo recorrió en busca de aquel lugar iluminado. Terminó en una especie de enorme caverna vacía, salvo por una gran imagen en el centro, la cuál recibía toda la luz, era su propia imagen. En ese momento volvió en sí, aún estaba junto a la cama, observándola dormir.

ESQUEMAS PLANIFICADOS

Planificó su vida, entre esquemas que ofrecían diversas alternativas pero que todas tenían su camino de salida, había considerado todos los escenarios posibles, cada uno con su decisión a tomar, cada posibilidad tenía su respuesta, no cabía margen de error.
Sin embargo sucedió lo impredecible, aquello que nadie ni nada podría evitar, no había respuestas, ni salidas planificadas por lo que se tomaron decisiones sin parámetros ni segmentos, tan solo utilizando la pobre improvisación del momento, algo para lo que nadie estaba entrenado, y a pesar de todo el resultado fue mejor que cualquiera de los resultados calculados previstos. De todas maneras nada cambió para la siguiente planificación.

EL HOMBRE QUE LEIA MENSAJES EN LAS PAREDES

Un día, caminando por una calle de esas tristes y grises que definen a una ciudad, creyó leer un cartel con su nombre pintado en una de las tantas paredes. Retrocedió y volvió a ver la pared y sí: pudo leer que la misma suciedad había creado marcas con forma de letras, y esas letras formaban su nombre.
De a poco fue leyendo más palabras, más nombres y más mensajes. Al principio creo que se trababa de gente que lo hacía a propósito pero luego, al ver que se simplemente era suciedad acumulada al azar, comenzó a comprender que eran mensajes de algo que excedía a todo ser humano. Los carteles advertían de hechos que sucederían, informaban de situaciones o simplemente parecían moralejas. Intentó mostrarlos a otras personas pero nadie parecía notar lo que él veía, pensó que podía ser su imaginación pero a veces lo que precedían los carteles se cumplía.
Podría haber intervenido, cambiar las cosas, utilizar la información de los mensajes, pero él no era una persona así, no era un héroe ni le interesaba serlo, las paredes se habían equivocado de sujeto al proclamar sus mensajes. De a poco fue dejando de verlos, o tan solo fue acostumbrándose a ellos sin prestarles atención.

EL COFRE

Las crónicas de leyendas del índico hablaban en el siglo doce ya de aquel milagro de los mares, cuando se encontró una isla con el tesoro de la vida eterna. Muchos buenos marineros perdieron la vida en su búsqueda, irónico y prueba de lo irracional que puede resultar el ser humano. Quien por fin encontró el cofre que guardaba el secreto fue un pescador que se había perdido en una tormenta y se había alejado del continente terminando en la isla. Aquel no se atrevió a abrir tan brillante arca por no sentirse digno, en su vida había aprendido que esos objetos eran de los nobles y que un humilde pescador no debía aspirarlos. Vivió en la isla varios años hasta que una expedición de Muscat lo encontró. Hubiese llevado consigo el cofre pero prefirió no tocarlo ni advertir de su existencia por temor a castigos. Sin embargo los marinos recorrieron la isla y pasaron varias veces junto al lugar donde se encontraba el brillante objeto sin tocarlo, como si fuera invisible a sus ojos. Al subir al barco y partir el marinero se atrevió a preguntarle al capitán si no veía el llamativo y brillante cofre, pero el capitán le respondió que no veía nada más que playas desiertas. Entonces descubrió que aquel tesoro estaba destinado a él y que había perdido la oportunidad de abrirlo y descubrir la eternidad.

UNA HISTORIA DE CORRUPCION

Tenía pocos años cuando vino a ofrecerme la pureza de su alma a cambio de todo lo que tuviese entre mis manos. Era una oferta de rebajas, muy lejos de lo que esta bien, muy todo de lo que esta mal. Desconcentraba a los pájaros al mirarlos en mi ventana mientras tomaba la decisión. Pensaba en los buenos tiempos, donde las cosas buenas se vendían en frasco grande, como las sonrisas y los saludos, pero ahora todo valía lo mismo que las garrapiñadas de la plaza. Sentí el zumbido de las moscas azules que me decían que olía mal la operación, pero que no se puede enfrentar al sistema, y si la máquina pide trampa es porque el destino lo hace rodar así. Me dirían que era muy joven para comprenderlo, que ya aprendería que en el mundo de los grandes las ilusiones van cayendo como copos de nieve y la realidad se pinta de varios colores. Los grandes hacen esas cosas, negocian con el cielo y el infierno mientras juegan a las cartas con la civilización. Y no me consuela saber que habiendo aceptado y haber comprado ahora la fiesta tendrá un pastel más dulce y dure más, pero no puedo dejar de pensar en que no esta bien, porque lo correcto lo dicta el corazón.