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Kosh

LOS MENSAJES EN EL LIBRO (I PARTE)

Estaba en la biblioteca, un día más, estudiando esos horribles y pesados libros de derecho internacional. Es cierto que la vida da muchas vueltas y “nunca se sabe”, pero sabiendo que mi futuro era el derecho penal veía en aquellos largos párrafos una masa imposible de digerir. Era la segunda vez que daba la materia, la primera el profesor, creo, me desaprobó solo por notar mi falta de interés, un buen incentivo para acrecentarla... ahora lo odio también a él. – No necesito aburrirme para saber comerciar – presumí, y esa, quizá, fue la frase que no debí decir.
Eran las tres y cuarto de la tarde según el reloj de la gran sala que ahora estaba casi vacía. La gente solía abandonar a esas horas, posiblemente porque después de comer es prácticamente imposible soportar el sueño leyendo aquellos textos tan espesos, sin embargo yo pretendía quedarme y aguantar a fuerza de café, al menos hasta que mis venas se pusieran negras.
Me distraje un momento y mi mirada se perdió en el reloj, cuyo segundero hacía enormes esfuerzos por dar cada salto hacia la derecha. - Debo seguir –me dije por fin y volví a comenzar el mismo párrafo por tercera vez, esperando comprender la telaraña de palabras complejas que encubrían, muy en el fondo, una explicación. – De verdad que los autores parecen decididos a que no se les comprenda –proclamaba por enésima vez. –Vamos otra vez- y así empecé nuevamente...

EN TODOS LADOS

Hay alquien que siempre se repite, lo vi ayer en el metro, luego en el centro, pasando por una calle peatonal, y luego en un centro comercial. Creía que era pura casualidad, que se daba que nos cruzabamos, pero esta vez comprobé que no podía ser el mismo, estaba en la estación de trenes y lo ví subirse a un vagón y al salir el tren estaba también en el andén de enfrente, no había explicación. La proxima vez que me lo vea voy a detenerlo y preguntale quién es, si tiene hermanos o, simplemente, como hace para estar en todos lados.
En ese momento un hombre me detuvo, me di vuelta, nunca antes lo había visto, entonces me dijo: -disculpe, pero quisiera saber como es que usted está en todos lados.

EL FINAL DE LOS SUEÑOS

Me dijeron que si uno come olivas blancas recuerda los sueños, y eso era lo que necesitaba para mi caso, ya que hacía tiempo que deseaba recordar esos extraños fragmentos de historias sin sentido que procesaba mi mente nocturna.
Me comí un plato esa noche, y me fui a dormir expectante, tanto que tarde casi dos horas en conciliar el sueño.
Comencé a soñar una secuencia que nunca olvidaré, estaba en un lugar, a punto de hacer algo, pero entonces me desperté y ya era la mañana. No podía esperar a saber que sucedería, cerré todas las cortinas hasta impedir que la claridad de la mañana invadiera la habitación, comí un nuevo plato de olivas y volví a la cama, esta vez tarde mucho más en dormirme, creo que lo logré a media mañana.
La secuencia por fin continuó, a pesar de que lo lógico hubiera sido que comenzara un sueño nuevo, no, continuaba el que había quedado a la mitad.
Avancé apasionado con lo que sucedía, hasta que de pronto volví a abrir los ojos y a estar en la realidad.
Maldije aquella oscura realidad en la que apenas se vislumbraba una grieta de claridad filtrándose entre las cortinas.
Más olivas, e intenté dormirme otra vez, sabiendo que no me detendría hasta el final del sueño, si es que los sueños tienen final.

HOY LA MONTAÑA

Me insistió tanto que accedí a ir a la montaña, y sabiendo que eso de la altura y el sufrimiento no van demasiado de mi mano, pero no importaba, el chico lo merecía. Nos subimos a su hermosa 4x4 y comenzamos a recorrer un camino de interminables curvas, que fueron haciendo transformando el hermoso vehículo en un habitaculo insoportable del que quería bajarme lo antes posible. Algún día terminamos por llegar, y aunque fueron solo algunas horas mi mente decía que había sido mucho más. Al bajar vi de frente una cadena montañosa de picos escarpados y nieves eternas, el solo hecho de mirar tan imponente paisaje me cansaba los pies, y aún no habíamos comenzado. El, como buen caballero, se ocupó de preparar todo y cargar con la mochila mientras yo me dedicaba a ocultar el sufrimiento que anticipaba. Había un sinuoso sendero por el que comenzamos el ascenso. Al principio era un bosque basante lindo aunque todo igual de aburrido, luego los árboles comenzaron a desaparecer y se veía mejor el paisaje rocoso desde una altura cada vez más alta. Pasaron cuatro interminables horas hasta que paramos a comer cerca de una bella pero monótona cascada, fue bastante sencillo el menú, pero también tuvo algo de romántico digamos. La bajada fue igual o peor de lenta, pero además mis piernas comenzaron a odiar mi desición de aceptar la invitación.
Valió la pena solo por el hecho de que aquel chico me gusta. Esta semana lo invitaré al centro comercial, a ver si él piensa lo mismo de mí.

MUNDO NUEVO

se despertó y enseguida supo que estaba en un mundo nuevo, diferente al que había dejado al dormirse. No tenía características claras, precisas, no eran cambios que podían apreciarse a simple vista, eran pequeños detalles, cosas que estaban "diferentes", los colores parecían mas "modernos". Se levantó y buscó una ventana. Detrás del cristal empañado por la llovisna de Abril se presentaba una mañana efímera, con tonos irreales. La gente parecía esforzarse por ocultar los cambios, pero descubría que no era el único que lo sabía, que no era el único que había percibido que el mundo era nuevo. Pensó que tal vez se trataba de una nueva versión, que el creador había decidido actualizar el sistema que había creado. Daba igual, siempre y cuando la reinstalación se haya implementado sin errores.

ORDENES

Afuera, parado en soledad en un monte aislado del resto de la humanidad, observo con mi cargo de general, el campo de batalla repleto de cuerpos sangrando, vidas cegadas de inocentes, espadas desparramadas por el diablo y flechas clavadas en el piso, las paredes de un castillo en ruinas en el centro, lanzas y cascos de soldados que vivieron toda una vida hasta ese día. No hay precio para mi perdón luego de caída la tarde, no hay forma de obtener una puerta hacia el pasado, y sin embargo mi carne y mis huesos están seguros, mi cabeza no tiene precio pues la victoria es de mi ejercito. Mis tropas arrasaron con el enemigo, siguiendo las ordenes del emperador, y sin embargo no existe forma de que mis ojos brillen, he ganado la batalla, he salvado mi vida, pero a cambio de perder mi alma.

PATINES

De pronto estaba sobre patines, bajando por una calle empinada y sin control. No había forma de evitar la caída y cada vez tomaba más velocidad. Llegué a un peligroso cruce, esperando que no apareciera ningún vehículo en mi camino. Creo que cerré los ojos y sentí un fuerte ruido, cuando los abrí pude ver un auto que, por esquivarme, se había chocado de frente un poste de luz.
No podía detenerme, no había forma alguna. Entonces se me ocurrió aprovechar unos arbustos en un parque para detenerme. Me desvié y me di contra ellos con fuerza, pero no me dolió demasiado.
Es la última vez que me uso patines.

FUERA DE LA SOCIEDAD

Un día me desperté y descubrí que un efecto desconocido había arrasado con la superficie del planeta, parecía que todos habían muerto y además habían desaparecido. Las ciudades estaban en ruinas y vacías. Me pregunté porque estaba solo,... y vivo aún. Había sido suerte? me había elegido Dios? para qué? para estar solo en la tierra?.
Viví así, haciendo razonamientos de todo tipo y escribiéndolos en un cuaderno que encontré en una tienda vacía. Al final ya estaba acostumbrándome, había comenzado a adaptarme y a dejar de extrañar la "sociedad" con la que había convivido. Entonces un día, cuando me desperté, habiéndome dormido en un hotel de lujo, todo para mí, ya no estaba solo. Estaba en la cama de una especie de clínica. Descubrí que una de las paredes era un espejo falso, desde donde me podían espiar. Por la puerta ingreso de pronto un grupo de cinco personas con delantales blancos y planillas.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó un hombre de barba blanca y aspecto de científico.
- Bien - respondí algo confuso.
- Debes estar preguntándote de dónde vienes y que haces aquí, creímos que lo recordarías al despertar pero no sucedió así.
Formas parte de un experimento, fuiste tú mismo voluntario. Hemos logrado introducirte en un mundo virtual, donde no existía la sociedad, para estudiar tu comportamiento sin el entorno social, así podremos deducir que actitudes pertenecen al ser humano innato y cuáles son inducidas por el entorno social, ¿comprendes?.
Estaba por responder algo que aún no sabía, cuando en la cama a mi lado, un hombre recostado cuya presencia no había notado, abría los ojos.
- Profesor - le llamó la atención el primero en verlo, - la muestra dos se despierta.
No hubo tiempo para nada, el hombre se puso de pie y, provisto de una fuerza descomunal, se arrojó sobre los científicos. Acabó uno a uno con ellos, luego se aproximó a mí. Temí lo peor, sin embargo pareció comprender algo en mi persona que lo asemejaba, quizás el hecho de que habíamos vivido una experiencia en común, quizás otra cosa, pero por el motivo que fuese, no me hizo nada. Salió luego de la habitación, atacando a todo ser humano que veía. Por fin un guardia de seguridad le disparó cinco veces hasta que cayó sin vida en un pasillo.
Ese fue el final de los experimentos y, aunque a veces siento deseos de destruir a los que me rodean, aún no me he encontrado el momento ideal para hacerlo.

LA SANGRE A DERRAMAR

Un médico me dijo que si no hubiese más enfermos el no tendría más trabajo, y yo soy soldado por lo que si no hay guerras no tengo donde combatir y no hay algo más frustrante que no poder ejercer la profesión. Por eso me voy en busca de un lugar donde combatir, una forma de sentirme útil, de tener una meta, un objetivo. Ahora estoy en el campo de batalla, esperando el día de mañana, donde es probable que llegue mi fin.

AVISADO

Ayer me llega una carta, decía que hoy moriría. No sé quién la envió, no tengo enemigos, soy una persona normal. Me acabo de despertar, hace frío en la habitación. Es un día nublado como cualquiera. Miro sobre el escritorio, la carta aún se encuentra allí, no fue un sueño como habría deseado. Me acerco, vuelvo a leerla: "hoy va a morir".
Nada más, sin remitente. El sobre es de buena calidad, lo observo. No tiene sentido, es una broma pesada.
Desayuno como siempre, el café parece más amargo aunque es solo mi imaginación. Las ventanas están cerradas, el teléfono no suena.
Me acerco a la puerta de salida, pero por algún motivo prefiero retroceder. Vuelvo a la cama y me acuesto esperando que el día pase pronto, me quedo dormido.
Me acabo de despertar, esta oscuro y no sé dónde estoy y no se que hora es, me pregunto si el día habrá terminado, y si sigo vivo...

ENCENDIENDO UN FUEGO

Quiero quemarlo todo, destruir ese color opaco de la madera, canjearlo por las llamas, esas luces con por la noche iluminan mi rostro y mi alma. Quiero juntar la energía y esparcirla por la pradera, aferrarme a su núcleo y ser parte de ella, viajar con el viento y con los colores de lo que arde, ser parte de un mundo que se quema, de las altas temperaturas que brillan y beben de los leños.
Y así fue dejándose atravesar la noche, el fuego se disfrazó de grises cenizas y una columna de humo despareja cobro los restos de la hoguera.
Me fui triste, esperando dar vida a otro cóctel de energía.

EL CANTO NOCTURNO (IX PARTE)

Llamé a la inmobiliaria. No se mostraron sorprendidos por mi decisión de vender, al contrario, dijeron que pasarían lo antes posible. Por la tarde volví a plantearme los sucedido, me negaba a que un fantasma me hiciera irme de aquella casa. Analicé lo sucedido, la figura de la niña, la foto, entonces algo vino a mi mente, algo que había pasado por alto. Subí deprisa a mi biblioteca y busqué un libro de botánica.
Por la tarde fui a la inmobiliaria a ver al vendedor, pero me acompañaba un agente de policía. Al entrar vi en el rostro de su asistente al hombre que había visto aquella noche en mi jardín, y al registrar el lugar encontramos un proyector de los pequeños modernos, copias de la foto de la niña y de los recortes de diario.
-El error lo cometió en la foto - le explicaba a mi esposa luego de que la policía se llevaba a la comisaría a los culpables de todo. -Aquel árbol no tiene más de veinticinco años y en la foto tenía el mismo tamaño que ahora. Ellos vendían la casa y luego hacían creer a los que la compraban que estaba embrujada, así siempre volvían a venderla y ellos se ofrecían a comprarla a menos precio.

EL CANTO NOCTURNO (IIX PARTE)

Retrocedí asustado y subí al comedor. Allí me esperaba mi esposa, preocupada por mí y por todo lo que estaba sucediendo. Esta vez no me quedó otra alternativa que relatarle lo sucedido, sin ocultarle detalles, y rogando que no creyera que estaba loco. Tardó mucho en dar crédito a mis palabras, sabía que no era de inventarme cosas y que no era de atemorizarme con facilidad.
-Siempre creí que las cosas deben tener una explicación - le planteé, -pero esta vez no se que decir.
Sabía que ella era más vulnerable a creer en esas cosas y sabía cuál sería su reacción.
-Vamos nos de esta casa.
-De acuerdo - me resigné, -habrá que ponerla en venta, llamaré al vendedor.

EL CANTO NOCTURNO (VIII PARTE)

Al día siguiente bajé al sótano, donde recordaba que habían unas cajas que estaban desde antes de la mudanza. Abrí una de ellas y estaba vacía, en la segunda había unos cuantos libros, eran cuentos para niños. Abrí uno de ellos. Contaba en letra grande y con lindos dibujos la fábula de una ranita humanizada de mirada simpática. Entonces, al pasar las páginas se deslizó un papel y una foto que cayeron al piso. La foto quedó mirando hacia mí, y pude ver el mismo árbol y una niña radiante de vida hamacándose en el neumático. El papel era un recorte de un diario fechado veinticinco años atrás, el titular decía: "una niña de nueve años muere encerrada jugando a las escondidas sola".

EL CANTO NOCTURNO (VII PARTE)

Cuando volví a mi casa mi esposa me preguntó qué había dicho el vecino. Le respondí que no había oído ni visto a nadie, pero que algunas noches pasaban chicos que volvían de la ciudad y a veces se detenían a tomar cervezas y a hacer ruido. Me creyó. No quería decirle la verdad porque querría irse, y yo quería aquella casa y no me pensaba dejar asustar por una leyenda sin explicación.
Esa noche me quedaría en la habitación, pero mirando hacia el jardín, no perdería de vista el árbol. Cayó el sol, y la noche fue desvaneciendo el jardín, haciendo de éste un lugar de oscuridad. El tiempo circulaba y no pasaba nada, el aburrimiento convocó al sueño que volvió a vencerme, para despertarme una vez más, en un tiempo indeterminado, por un ruido suave y lejano, un canto.
Miré hacia el jardín, y vi algo, que tardé en reconocer. Era la figura de una niña de vestido blanco, pálida, apenas hamacándose sobre el neumático. La imagen parecía reflejarse contra el tronco del árbol, como si fuera transparente. Tenía el cabello claro y la mirada perdida en su canto. De pronto desapareció, junto a la canción, abandonando en soledad al silencio de la noche.

EL CANTO NOCTURNO (VI PARTE)

Al día siguiente volví a la casa de mi vecino.
-¿Que lo trae por aquí? - preguntó sorprendido.
-Ayer vi a alguien en mi jardín, alguien que me resultó conocido - expliqué.
-¿Quién?.
-No lo sé, no puedo recordar donde lo había visto antes.
-¿Y por que me lo cuenta a mi?.
-¡Usted no vio nada!.
-Mire, desde que mis vecinos oyen cantos por las noches yo la verdad, prefiero dormir en la habitación central, sin ventanas, cierro con llave y trato de no escuchar hacia afuera. Para ser sincero me asusta, y en su lugar me iría lo antes posible de aquella casa maldita.
-Pero...
-Créame, en aquella casa suceden cosas raras, inexplicables, y su vida y la de su esposa peligra mientras estén en ella.

EL CANTO NOCTURNO (V PARTE)

Intenté recordar, antes de dormirme... Sí, no tenía dudas: la ventana estaba cerrada, recordaba las cortinas inmóviles y los vidrios reflejando el silencio de la mesa del comedor. Tal vez el viento la había abierto... difícil... pero más fácil que decir que había sido un fantasma. Entonces comenzó, ese canto suave, como un susurro entre el viento. Me atreví a acercarme a la ventana y mirar hacia afuera. Fue un segundo, entre la niebla de la noche, que me pareció que había una figura en el jardín, cerca del único árbol del jardín, donde se mecía un neumático colgado de una rama. Fijé la mirada entre las sombras de las ramas y entonces volví a ver, en un movimiento fugaz a una figura que se alejaba hacia el camino. Me apresuré a salir al portal, al abrir la puerta ésta se golpeó contra la pared impulsada por el viento, desde allí pude ver a un hombre que se giraba hacia mi casa y hasta logré ver algo de su rostro, ya que pasaba en aquél momento junto a un farol en el camino. Estaba lejos, apenas pude distinguir sus rasgos, pero de inmediato me resultó familiar.

EL CANTO NOCTURNO (IV PARTE)

El día paso pronto y llegó la noche. Había pasado la tarde convenciéndome a mí mismo de que los fantasmas no existen, que son interesantes para los libros y las películas, pero que en la realidad no existen, no hay pruebas, no hay estudios científicos, son siempre invenciones de la rica imaginación de los hombres. Era de noche y mentalizado con todos esos argumentos decidí quedarme en el salón, a oscuras, esperando oír el canto y descubrir una causa lógica. Me senté en una silla intentando aguantar el sueño, pero no lo logré y al poco rato me había dormido. No se cuanto tiempo pasó, pero de pronto me despertó una fría corriente de aire. Descubrí la ventana del comedor abierta de par en par y las cortinas blancas danzando al compás del viento como... fantasmas...

EL CANTO NOCTURNO (III PARTE)

A la mañana siguiente salí al jardín y a lo lejos vi a un hombre, estaba justo detrás de la cerca que delimitaba mi terreno. Me acerqué a él y se presentó entonces como mi vecino. Se me ocurrió preguntarle si no había oído un extraño canto aquella noche...
-Así que ya lo ha oído – dijo como si le causara gracia. –Veo que el vendedor omitió el detalle...
-¿Qué detalle? – me apresuré.
-El del canto, ¿no se preguntó usted porqué estaba a tan buen precio la casa?.
-Pues... no mucho.
-Es el canto, ha espantado a sus antiguos inquilinos, en realidad usted es la quinta familia que habita la casa en los últimos los años.
-¿Me está diciendo que explica los ruidos diciendo que son fantasmas?.
- Se le ocurre algo mejor.
- Si... no sé, ratas, búhos.
- ¿De verdad alguna vez escuchó a algún animal cantar?...

EL CANTO NOCTURNO (II PARTE)

- Si, ¿qué puede ser? – pregunté tanto a mi esposa como a mí mismo.
- No lo sé.
Se mantuvo un largo y tenso silencio, ya no se oía el canto, no se oía nada, como si el bosque entero hubiese desaparecido.
- Baja a ver – propuso mi esposa.
Tardé en reaccionar, en ese tiempo pensé que debía hacer al respecto. Por fin decidí que aquel sonido debía tener una explicación lógica y concordé a la realidad, entonces me animé a salir de la cama y bajar. El hall de entrada, donde terminaba la escalera, estaba inmerso en la penumbra. Busque en los rincones, entre las sombras y en donde se podía ver algo que se moviera, algo que pudiera cantar, reconozco que fue sin ánimos de encontrar nada, incluso deseando no encontrar nada, y así fue, no había rastros del origen del sonido.
Volví a la cama y dejé que el sueño me permitiese olvidar lo sucedido, aunque no fue así.